Capítulo 6

Al escuchar a Sebastián decir eso, Fernanda soltó una risa burlona: “Sebastián, antes de exigirie a los demás, ¿por qué no empiezas por exigirte a ti mismo? Hoy trajiste a Lorena aquí, ¿acaso consideraste tu posición y mi dignidad?“.

“Hoy le pedi a Carlos que te avisara“.

“¿Ah si? ¿Para avisarme que no viniera?“.

Sebastián guardó silencio.

Efectivamente, había sido un error de su parte.

Fernanda dijo: “Incluso Fabio, que es un extraño, pudo reconocer a la Sra. Borrego, no digamos ya los demás. Si en verdad te gusta Lorena, entonces divorciémonos“.

“Fernanda, ¿estás loca?“.

Sebastián frunció el ceño.

Aunque no le gustaba Fernanda, eso no significaba que quisiera divorciarse de ella.

Después de todo, eso era un matrimonio de conveniencia, no era algo que se pudiera terminar sólo porqué una persona lo decidiera.

Fernanda observó la seriedad en el rostro de Sebastián, sabia que en ese momento Sebastián no tenia intenciones de divorciarse, pero era sólo porque detrás de ella estaba la familia Sierra.

En unos años más, cuando ella no tuviera ningún valor, Sebastián la desecharia como si fuera basura.

final en la vida anterior, en lugar de esperar a que eso

terminarlo ahora.

“Dije, divorciémonos“.

noticia de que Fernanda había gastado miles millones

única heredera de la familia Sierra, Fernanda realmente poseía toda la fortuna de la familia Sierra, y mil millones

de la familia Sierra también estaban operando, lo que significaba que el

de hecho, no era una suma

yacía en la cama masajeándose

¿Buscar a Sebastián?

No, imposible.

ella propusiera el divorcio ayer, Sebastián se fue

entendia, incluso estaba dispuesta a cederle las propiedades de la familia Sierra,

a quién más podría

Fernanda se sentó bruscamente en la cama.

¡Eso era!

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Capitulo 6

“¡Fablo!“.

tenía su propio circulo, y Fernanda pudo contactar a Fabio con

últimos años se habia establecido en Laguna Verde. Otros podrían no saber quién nl por qué, pero ella nabla

del Grupo Ferreira, Fablo jugaba en silencio con su encendedor.

al grano: “Quiero pedirte ochocientos millones“.

“¡Puf!“.

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