No Soy Tu Bien Desechable

Capítulo 803

Fernanda sacudió la cabeza y dijo: ‘Si me preguntas, el Sr. Lobo debería regresar a San Cristóbal Alto cuanto antes. Después de todo, los negocios fundamentales en San Cristóbal Alto son más importantes, y tus trucos no sirven en Laguna Verde“.

Después de hablar, Fernanda se dirigió a Ana que estaba a su lado y dijo: “Alistame el auto, vamos a asegurarnos de llevar a los directivos a la Mansion Huerta de manera adecuada. El Sr. Huerta ha preparado una cena en para recibirlos a todos como se debe“.

“Sí, Srta. Fernanda“.

Ana condujo al grupo fuera de la presencia de la familia Lobo, dejando solo a Oriol y Pascual en el gran salón de banquetes.

“Jefe…”

Oriol, con el rostro sombrío, arrancó su corbata de un tirón y dijo: “¡Ve a buscar a Rogelio! Si Rogelio no aparece antes de la medianoche de hoy, ¡se las verá conmigo!”

Oriol estaba furioso.

de esta manera, respondió de inmediato: “Sí, jefe.

fue, Oriol pateó furiosamente un sofá cercano. Aprovechando el momento, Ciro salió de su escondite, riendo con desdén: “Oriol, quién lo diría, tú

los ojos de Oriol se enfriaron aún más: “¿Ciro?”

tiempo, ¿Cómo se atrevía a aparecer frente a él? ¿Acaso no tenía miedo a

Si me hubieras prestado dinero en aquel momento, podría haber retomado el control de la familia Yepes. Pero aún no es tarde, solo necesitas darme tres mil millones de dólares, y yo garantizo que la familia Yepes de Río Celeste apoyará con todas sus fuerzas a la familia Lobo“.

fijamente a

mil millones de dólares para pagarlas, tendría que entregar todo el Grupo Yepes, incluidas las

solo podía poner toda su esperanza en

ayudaría, pero en cambio, Oriol se quitó la chaqueta y, libre de la restricción del traje, le lanzó un puñetazo en

hacia abajo, sus ojos se llenaron de ira: “¡Oriol! ¿Te atreves

eres? ¿Crees que un idiota como tú puede enfrentarse a Fernanda y a Fabio?

estaba al borde de la furia, y Ciro parecía buscar el castigo, así

¡Te arrepentirás! ¡Tarde o temprano Fernanda y Fabio te arruinarán!”

lanzó una amenaza furiosa y,

vez que se marchó, Oriol gritó: “¡Alguien venga para