Capítulo 916

Al escuchar la voz de Mercedes, Fernanda se levantó perezosamente de la cama, se envolvió casualmente en una manta y salió.

Al abrir la puerta del patio, todo estaba desordenado, Fernanda empujó la puerta y, apoyándose en el marco, preguntó; “Srta. Mercedes, ¿qué te trae por aquí tan temprano?”

Mercedes no pudo evitar fijarse en Fernanda, quien llevaba un sensual camisón de encaje rojo que resaltaba su belleza y su piel blanca.

Fernanda, apoyada en el marco de la puerta, con cada gesto y sonrisa parecía una tentadora sirena.

Mercedes, sonrojada, miró a Fernanda y dijo: “¿Temprano? ¡Mira hacia el cielo! ¡Ya es mediodía!

Fernanda, molesta por el ruido, se tocó la oreja y preguntó: “¿Entonces, cuál es el asunto?”

“Señora, ¡voy a echar a estas personas ahora mismo para que no perturben su siesta!”

Uno de los subordinados de Fabio intentaba deshacerse de los visitantes, pero Fernanda dijo: “No hace falta echarlos, déjalos entrar“.

Dicho esto, Fernanda ajustó la manta sobre su cuerpo y camínó hacia la sala de estar.

El clima en San Francisco era impredecible, a veces hacía un calor insoportable y a veces un frío que calaba los huesos.

Fernanda se sentó en el sofá y se sirvió una taza de té.

Cuando Mercedes entró y vio que Fernanda no tenía intención de recibir a su visita, dijo insatisfecha:

¿Dónde está la empleada?”

“No hay“.

“Fernanda, ¿cómo es que no tienes ninguna cortesía para recibir a las visitas? ¿No vas a invitarme a sentarme y tomar una taza de té?”

Fernanda levantó la vista hacia Mercedes, sonrió ligeramente y dijo: “Srta. Mercedes, has estado gritando en frente de mi casa desde temprano. Que te haya dejado entrar ya es un favor, ¿quieres té? Sírvetelo tú

misma“.

“¡Fernanda!”

Mercedes, enfadada al ver la actitud relajada de Fernanda, pero sin poder hacer nada al respecto, miró alrededor de la casa de Fernanda y, al no ver a ninguna empleada, frunció el ceño y dijo: “No voy a dar rodeos contigo, ¿dónde has escondido a Ludovica?”

Fernanda preguntó fingiendo confusión: “¿La Srta. Mercedes habla de Ludovica, la señorita de la familia Bolivar?”

conmigo! ¿Quién más podría ser

manzana despreocupadamente: “¿Todavía no han

mi mejor amiga, ¿cómo podríamos

claramente molesta: “Le pedí a mi padre que buscara a Ludovica. ¡Ha pasado todo un día y aún no la encontramos! Seguro que la has escondido. ¡Te advierto que la liberes ya! De lo contrario, no te lo perdonaré“.

pero Fernanda dejó la manzana y dijo: “Parece que no

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compromiso de Ludovica y Oriol.

oír esto, Mercedes se detuvo, soltó una risa burlona y dijo: “Fernanda, ¿qué bobadas estás diciendo tan temprano? ¿Cómo Ludovica podria estar comprometida con

no muchas personas

la invitación hacia

quedó atónita, miró la invitación en sus manos y vio claramente el anuncio del compromiso entre Ludovica y

misma noche!

¡esto debe

está en ella, ¿cómo

Mercedes no lo cree, puede preguntarle a

Capítulo 916

levantó perezosamente de la cama, se

puerta y, apoyándose en el marco,

camisón de encaje rojo que resaltaba su belleza y su piel blanca.

en el marco de la puerta, con cada gesto

y dijo: “¿Temprano? ¡Mira hacia

tocó la oreja y preguntó: “¿Entonces, cuál es el asunto?”

a estas personas ahora

los visitantes, pero Fernanda dijo: “No hace falta

Fernanda ajustó la manta sobre su cuerpo y camínó hacia la sala de

San Francisco era impredecible, a veces hacía un calor insoportable y a veces un frío que calaba los huesos.

sentó en el sofá y se sirvió una taza de

vio que Fernanda no tenía

está la empleada?”

“No hay“.

que no tienes ninguna cortesía para recibir a las visitas? ¿No vas a invitarme a sentarme

has estado gritando en frente de mi casa desde temprano. Que te haya dejado entrar

misma“.

“¡Fernanda!”

de la casa de Fernanda y, al no ver a ninguna empleada, frunció el ceño y dijo: “No voy a dar rodeos contigo, ¿dónde

Mercedes habla de

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