Era una tarde calurosa, Evrie no podía dormir y se recostó en la cama leyendo el libro que Leandro le dio por un rato.

La puerta de la habitación se abrió y alguien entró, empujando un carrito con los utensilios para cambiar los vendajes.

Pero no era la enfermera habitual que solía atenderla, sino una cara desconocida.

Desde el momento en que la mujer entró, Evrie no pudo apartar los ojos de ella; la recién llegada era bellísima, con una presencia que no era común en una enfermera. No transmitía cercanía, sino más bien una especie de frialdad y altivez.

La mujer vestía una bata blanca y sus rasgos eran finos y luminosos. Empujó el carrito hasta la cama y miró desde arriba a Evrie, y con una voz apática comenzó a hablar.

—Señorita Evrie, la enfermera tuvo un contratiempo y hoy me toca a mí cambiarle los vendajes.—

Evrie escuchó sus palabras y no dijo nada, simplemente asintió en cooperación.

—Se lo agradezco.—

Con una leve sonrisa en sus labios, Margarita extrajo la aguja que Evrie tenía en el dorso de la mano, retiró el frasco vacío y colgó uno nuevo con suero.

—Disculpe, señorita Evrie, pero no nos quedan más agujas finas. Tendré que usar una más gruesa, le dolerá un poco, trate de aguantar.—

Margarita sacó un juego de jeringas anestésicas de mayor grosor de su carrito y hábilmente las desempaquetó para prepararse para administrarlas.

Evrie estaba confundida.

antes estaba perfectamente bien, pero Margarita la había retirado para usar una más

jeringa en la parte dorsal de su mano, causándole un repentino dolor punzante

¡Realmente dolía!

acostumbrara al dolor, la gruesa aguja fue arrancada de su

he acertado con la posición,

solo pudo fruncir el ceño sin decir

los siguientes minutos, Margarita intentó varias veces sin éxito, dejando varios agujeros en el dorso de la

suspiro de alivio, sintiendo

no pasó mucho tiempo hasta que la sangre comenzó a refluir, tiñendo de rojo

estaba desconcertada

normal, necesita bajar la mano un poco,

debo bajar la

hasta el suelo también es parte de la reacción normal

Margarita sonrió —Así es.—

a propósito, para molestarme?— preguntó Evrie mirándola directamente a los

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