Evrie terminó el día con la mandíbula adolorida de tanto apretar los dientes.

Juró que nunca más usaría esas cosas como moneda de cambio.

Al día siguiente, Evrie se levantó temprano, se alistó y se preparó para ir al trabajo.

Apenas salió, se encontró con que la puerta de enfrente también se abría y Farel salía de allí.

Ese día, él vestía una camisa oscura con el cuello ligeramente abierto, revelando su prominente nuez y un pequeño trozo de su delicada clavícula. Su cabello estaba prolijo y había un aire de distancia en su mirada, con un aura de abstinencia muy marcada.

Evrie, al ver esa cara fría y distante de él, no pudo evitar recordar las imágenes indecorosas de la noche anterior.

Cuanto más controlado parecía durante el día, más desenfrenado era en la cama.

El contraste en una persona podía ser tan grande.

Evrie lo miraba absorta, sintiendo cómo el calor subía a su rostro, hasta que una voz fría la sacó de sus pensamientos.

—¿Por qué te sonrojas al mirarme?—

Evrie despertó de repente, apartó rápidamente la mirada y se justificó con nerviosismo —No es nada, solo es por el calor…—

Farel la miró con desgana, sin ganas de desenmascararla, y se dirigió hacia el ascensor.

Evrie lo siguió, entraron juntos en el ascensor.

Cuando él pulsó el botón del sótano, Evrie extendió la mano para presionar el de la planta baja, pero Farel la detuvo.

—Te llevo, vamos por el mismo camino.—

¿El mismo camino?

supervisar la construcción, me toca ir a

cambiaba constantemente, a veces en la oficina, a veces en la obra, dependiendo de

dijo—Entonces, te llevo a la

—¿Por qué?—

solo tenían una relación de negocios, se veían por la noche y cada

soy el que pone

la miró de reojo y bloqueó su mano, impidiendo que presionara el botón del

se abrieron lentamente y

—Sígueme.—

right hot

podía desobedecer al que pagaba, así que siguió a Farel y subió a su

en el mismo coche? ¿No habíamos quedado

hacia Leandro, pero antes de que pudiera decir algo, Farel respondió con

yo a la oficina,

para ella ir contigo. Evi,

cerró el coche

de todo, somos vecinos, vivimos juntos, llevarla no

paralizado un momento, con su mirada oscureciéndose

se cruzaron en silencio

el claxon detrás de ellos que Leandro pareció recuperarse, inhaló profundamente y

al Dr. Farel por cuidar de mi

—No hay de qué.

respondió y aceleró el Range Rover, alejándose en dirección opuesta

copiloto, no podía dejar de

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