De repente, unos guardias de seguridad que patrullaban la zona pasaron junto a ella.

Estos hombres, al ver el distintivo en el pecho de Evrie, no le hicieron nada a ella. Sin embargo, se mostraron con brutalidad hacia la muchacha que yacía en el suelo y la patearon con fuerza.

—¡Ay! — gritó la chica, su voz era un desgarrador lamento. Su cuerpo frágil se retorcía en el polvo, rodando de un lado para otro.

Evrie quedó petrificada, incrédula ante la escena que se desarrollaba frente a sus ojos.

—¡Paren! ¡Dejen de hacer eso! — Les gritó Evrie, sin poder contenerse más allá de la reja de alambre.

—¿Qué haces metiéndote en nuestro trabajo? Esto no es asunto tuyo, mejor vete de aquí y no te entrometas— le espetaron los guardias con impaciencia y con un acento muy marcado que Evrie entendió perfectamente.

¡Estaban atacando a una de su propia gente!

Sintió un sudor frío recorrerle las palmas de las manos y una ola de indignación y miedo crecer en su interior.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué la tratan así? ¿Qué es lo que buscan, acaso la secuestraron? — Les preguntó Evrie, cada vez más angustiada.

Los hombres soltaron una carcajada burlona y despectiva. La miraban como si Evrie fuera una ingenua.

—Parece que la señorita es nueva aquí. ¿Todavía no la han iniciado? ¿Qué les parece si le damos una ‘calurosa bienvenida’ para que entienda de qué va este lugar? — propuso uno con sarcasmo.

—Hace tiempo que no nos topamos con alguien tan inocente— comentó otro.

Hubo un momento de duda cuando uno preguntó: —Pero, ¿y si su distintivo nos complica las cosas? —

El líder de los guardias sonrió con desdén. —¿Acaso aquí alguna mujer con distintivo se ha salvado? Aquí no es más que otra más. —

abrieron la gran puerta de hierro

se acercaron a Evrie con miradas hambrientas, como

comenzó a retroceder,

la arquitecta de

no sirve de nada. ¿No estabas defendiendo a esa desgraciada? Entonces, ¿qué tal si nos

que estaba pasando. ¡Su distintivo y su tarjeta de identificación de

la empujó contra la malla metálica, dispuesto a

esto aquí mismo, no hay ganas de buscar un cuarto—

y después vuelvan para su turno—

No podía creer que aquellos

— Les

quieta, si no quieres llamar la atención de los demás— La amenazó uno de los hombres, sin una pizca de humor

salida, una voz autoritaria resonó

mujer no es

Esa voz…

y vio a un hombre acercándose, vestido con una camisa floreada y jeans. Su rostro familiar se iluminaba con una

¡Era Zeus!

podía creer que se encontraría con Zeus en ese lugar,

puso en pie al ver a Zeus,

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