Farel se quedó quieto por un momento, sin mostrar sorpresa en su rostro.

Sabía que Zeus disfrutaba pasar tiempo con Leandro, ya había escuchado rumores.

Lo que no esperaba era que Leandro lo hubiera convencido de venir al Triángulo Norte.

Farel entrecerró los ojos y una sonrisa irónica apareció en sus labios.

—Parece que hacerme quedarme fue una buena decisión. —

Evrie estaba preocupada. —Él tiene un arma y no duda en dispararle a los demás, ni siquiera si eres su tío. No deberías enfrentarlo a la ligera. Ahora está loco por el poder y la posición. —

Ella había visto a Zeus matar a Anita sin pestañear ni una vez.

En sus ojos, Zeus había perdido la razón.

—¿Te preocupas por mí? — Le preguntó Farel con una rápida mirada hacia ella.

—Claro que sí. Ya recibiste un disparo por mi culpa una vez. Si te pasara algo nuevamente, no sabría qué hacer. —

Evrie bajó la vista mientras un ligero sentimiento de culpa teñía sus ojos.

Aunque Farel ya estaba fuera de peligro, ella sentía que nunca podría compensar esa bala.

Al verla así, Farel soltó una risita. Su voz se volvió grave y rasposa.

—Lo único que haces es preocuparte, ¿no hay nada más? —

—¿Qué? —

—Entre un hombre y una mujer, además de la preocupación, ¿qué más podría surgir? —

Las orejas de Evrie se enrojecieron al instante.

labio, tratando de calmar su

yo no…copy right

de que pudiera terminar,

retirar su mano, pero la suya la apretó aún más, con sus dedos largos y definidos palpando

En solo unos segundos.

—Tu pulso se

mano casi por instinto,

y se subió a su cama de un brinco, cubriéndose

voy a dormir, buenas

para mirar el bulto pequeño que se había formado en la cama individual a su lado. Sus ojos oscuros se tornaron aún más profundos, ocultando muchas

noche clara, con la luna brillante y

luna iluminaba con tranquilidad los

de algunos de los edificios mostraban impactos de balas de todos los tamaños, con pedazos de pared

el Parque LR, e incluso habían

estaba frente a una ventana panorámica, observando en silencio la noche que

estaba detrás de

tomó un sorbo de vino tinto de la mesa y

tiempo llevas aquí?

por un instante, luego le respondió: —Un

acostumbrarte a las reglas de

Ella bajó la mirada.

—Tres meses. —

entrecerró los ojos, contemplando los edificios en la oscuridad

inteligente que tú,

con una sombra de tristeza en

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