La puerta se abrió de golpe y ¡paf! Apareció un imponente tigre que imponía respeto a su alrededor.

El animal abrió su gigantesca boca y dejó escapar un rugido que parecía sacudir el cielo mismo.

—No tengas miedo, no come a la gente—, la voz despreocupada y arrogante de Valerio llegó desde afuera, mientras mostraba su rostro joven y audaz.

Evrie retrocedió asustada, aun sosteniendo el cuchillo de cocina en su mano.

—Quédate lejos de mí, no te acerques—, advirtió.

Era una broma, ¿verdad? Enfrente tenía a un verdadero tigre adulto, cuya pata era más gruesa que su muñeca, capaz de aplastarle la cabeza con una sola zarpada.

No podía entender cómo alguien podría pasear a un tigre como si fuera un perro.

—Dulzura es mansito, no temas, parece que incluso te ha tomado cariño. Puedes acercarte, tocarlo un poco, conocerlo—, la animó Valerio.

—No quiero—, Evrie negó con la cabeza repetidamente, su rostro aún no se recuperaba del susto.

¿Qué tenía que conocer ella de un tigre?

Viendo que Evrie estaba realmente asustada, Valerio llevó a Dulzura afuera y lo ató a un tronco cercano. Luego regresó con aire relajado y empezó a charlar con Evrie como si nada.

—Vaya, ¡qué miedosa eres para asustarte así! ¿Cómo te atreviste a venir a una región como el Triángulo Norte?—, preguntó Valerio.

Evrie no respondió.

¿Qué otra opción tenía sino haber sido engañada para llegar hasta allí?

Resignada, Evrie replicó: —He estado aquí tanto tiempo y nunca había visto a nadie pasear un tigre. Tú eres el primero—.

Valerio captó la ironía en su voz.

Él sonrió y suspiró con pesar: —No tuve opción, era un tigre de peleas, pero al crecer tenía que luchar contra otros y siempre perdía. Era tan torpe y tierno que solo causaba gracia. Si no me ocupaba de él, lo habrían vendido para hacer carne de tigre en algún restaurante—.

—¿Carne de tigre?— Evrie se escandalizó. —¿No se supone que los tigres están protegidos?—

no solo

silencio.copy right

era mejor

los animales vivían más felices que

se movió la nariz, mirando hacia

que huele tan bien?— Preguntó

sin pensar: —Unas

—¿Puedo probarlas?— Dijo Valerio.

si fuera un tesoro.

No quería compartirlo.

—Vaya, qué preciado es eso, ¿solo Farel es

Evrie lo ignoró.

con sarcasmo y dijo: — Le prestas mucha atención, siempre estás cuidándolo como si fueran

de Evrie se

—¡No lo soy!—

de una noche, un amorío

sonrojó aún

—Tú…—

corta tu lengua y dásela a los

nada que hacer, lárgate, ella no tiene nada de qué hablar

Valerio resopló.

te pongas nervioso, no me la he comido. Me voy, este

la voz

otra cosa, ella es mi

sorprendido: —¿Ella

Farel lo miró

es eso, solo

.. curioso—.

a mirar a Evrie de arriba abajo, con una curiosidad como si ella

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