Valerio llevó a Evrie a un zoológico de animales salvajes.

Durante el camino, no paraba de contarle cosas sobre el lugar.

Resulta que antes era un centro de rescate.

Los animales que ahí vivían venían del circo, los que ya no querían porque estaban viejos, enfermos o debilitados, y también había algunos que habían sido rescatados del monte porque no podían valerse por sí mismos.

Después, un patrocinador echó mano al bolsillo y poco a poco lo transformaron en un centro turístico, para que los animales pudieran ganarse su comida.

Evrie estaba asombrada: —¿Así que te gustan mucho los animales, eh?

Valerio, manejando, le contestó: —¿Cómo no me van a gustar? Los animales tienen los sentimientos más puros y sinceros. No traicionan, no engañan, no cambian. Comparados con ellos, las personas no somos nada.

Evrie asintió, convencida: —Tienes razón.

Al llegar, Valerio estacionó el carro al lado del camino.

Bajó del auto y, acercándose a la cerca de alambre, gritó con fuerza:

—¡Dulzura!

Un tigre gordito corrió desde cerca, se lanzó sobre la cerca y rugió con afecto.

El hombre y el tigre se frotaron el uno al otro a través de la cerca, como si fueran viejos amigos que no se hubiesen visto en una eternidad.

no podía creer lo

es que

a sobrevivir solo en el Triángulo Norte? Me contacté con varias

Evrie estaba perpleja.

de pagar rescate por personas, pero

También nos conoció en el

tigre gordito rugió de

locuras, yo no

como una pareja falsa, ¿no? Tenemos que hacerlo bien.

—Gracias, pero no.

—Tócalo, le caes bien.

—No quiero.

no te va a

—No.

—Vamos, ¡no tengas miedo!

llevó hacia la cerca, justo cuando

por instinto: —¡Guardia, hay alguien tocando

un altavoz en

jugar, ¡prohibido tocar al

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