Habían estado paseando durante todo el día.

Por la noche, Evrie estaba realmente exhausta.

Afortunadamente, Farel no la forzó y los dos se acostaron en la cama del hotel, abrazados en el sueño.

Afuera, la luz de la luna brillaba resplandeciente.

El ambiente en la habitación era tranquilo y sereno.

Evrie parpadeaba, contemplando la vista desde la ventana, y silenciosamente fruncía los labios.

En dos días regresarían a Alnorter.

Ella sentía algo de tristeza.

En su memoria, las oportunidades de divertirse despreocupadamente con Farel eran escasas, casi nulas.

Así que valoraba cada segundo que pasaba con él.

Al volver a Alnorter, tal vez él estaría ocupado de nuevo.

O tal vez la situación se volvería más grave.

Evrie le abrazó su cintura y hundió su cabeza en su pecho, el sonido de su corazón latiendo le brindaba algo de paz.

—Pase lo que pase, siempre estaré a tu lado— murmuró en voz baja y cerró los ojos para dormir.

Durante los siguientes dos días, Evrie dedicó toda su energía a planificar y disfrutar al máximo su luna de miel.

Por la mañana salían al mar en lancha rápida y pescaban.

Al mediodía se tumbaban en el hotel mirando el mar y las olas bajo el sol.

Al atardecer, se sentaban en la cima de la isla, observando cómo el sol se ocultaba lentamente en el horizonte marino.

La luna se elevaba, colgando en el cielo.

Al tercer día, al amanecer, su luna de miel llegó a su fin.

Evrie empacó las maletas y tomaron el camino de regreso, dejando la isla en barco.

Mientras la isla se hacía pequeña a sus espaldas, Evrie se recostaba en la baranda, levantando la vista hacia Farel.

próxima vez que tengamos más tiempo libre,

—Claro—le respondió él.

también visitamos los sitios

—Claro—

algún lugar al que quieras

rodeó con su brazo, su

—Quiero volver a casa—

allí podía encerrarse en su pequeño

nuestro hogar? — Evrie arqueó una

más bien te extraño

Tras un viaje agitado.

las ocho de la noche, finalmente regresaron

un gato gordito salió disparado desde adentro. Al verlos, se acercó con dignidad y

cola erguida delataba

reírse y se agachó

cooperativamente una vez

acostumbrado a nosotros, no huye

Sr. Haro, creo que puedes retirarle el apodo de ingrato

labios de Farel se curvó— ¿Estás hablando del gato o de ti

—¿Qué crees? —

cerró la puerta

ducharme, tómate tu tiempo

Farel—……

su teléfono sonó con

de Joan, quien necesitaba

dirigió

información, tomó algunas fotos y las

su mirada se desvió hacia una pequeña caja en el estante, la cual Evrie había traído de casa la

había un montón de brillantes certificados de honor de sus años escolares,

dos cuadernos de dibujo llenos de bocetos de líneas arquitectónicas y

los revisó uno por uno, de la primera a

dibujo mostraba su progreso, evidenciando su seriedad y

la última página, con tinta negra, unas palabras escritas con letra

Evrie, sigue adelante.

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