La luz del quirófano permanecía encendida.

Farel se sentaba rígido en una silla, cubierto de sangre, estaba inmóvil.

Su mente estaba invadida por imágenes de ella.

Ella había recibido un disparo tratando de salvarlo.

Incluso se había escapado del hospital a escondidas, bajado del coche sin que nadie lo supiera y se había ocultado cerca.

En el instante en que Giselle apuntaba con su arma a su frente, ella se lanzó para cubrirlo del disparo mortal.

Giselle era una francotiradora, nunca fallaba, era siempre letal.

Y aun así, ella lo había bloqueado.

Tonta.

Terca.

No tienes sentido común.

Farel cerró los ojos, sus brazos temblaban incontrolablemente, las venas le sobresalían de su frente.

Se oyeron pasos al final del corredor, Yolia llegaba apresurada con sus tacones, seguida por un ansioso Joan.

—¿Qué ha pasado exactamente? ¿Dónde está Irene? ¿Evi? ¿Por qué estás cubierto de sangre? —

Farel levantó la mano, señalando hacia abajo.

—Irene está abajo, está un poco conmocionada. Evi…— hizo una pausa, mirando hacia el quirófano —está allí adentro. —

Yolia respiró hondo, queriendo decirle algo pero se detuvo.

Miró hacia el quirófano, preocupada por su hija.

Se giró hacia Joan y le ordenó —Quédate aquí vigilándolos, iré abajo a ver. —

—Como diga, señorita. — Joan asintió con respeto.

dio unos pasos, sacó su teléfono y marcó un número, dándole instrucciones —Que suban algunos guardaespaldas, asegúrense de que no pase nada más.

right hot

y el pasillo volvió a

debería

—No es necesario. —

buscar a un médico para que

cigarrillos? — le preguntó Farel de

—¿Qué? —

—Necesito un cigarrillo. —

cigarrillos y un encendedor de su bolsillo y se los

se permite fumar en los pasillos del hospital.

cigarrillo en la mano, se detuvo y se dirigió hacia

calmarse y aceptar

se detuvo, guardó el

pasa? — le preguntó

irme, tengo

sintiéndose

iluminaba a Farel,

inmóvil, esperando

que el sol comenzó a ponerse, y el cielo se empezó a

abrió la puerta

fue un éxito, por ahora

médico le dijo y se apresuró de vuelta al

acusa de abuso de poder

le respondió con formalidad —Lo siento, son órdenes de arriba, no podemos desobedecer.

habló con calma

ver a

no dijeron nada esta vez, tratando de ser

en par, y Evrie, aún inconsciente, era empujada en una camilla hacia su

hasta que la

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