La noche estrellada era especialmente brillante.

Apoyada contra la puerta del hotel, Evrie miraba hacia arriba, envuelta en los brazos de Farel, besándose con tal pasión que les resultaba difícil separarse.

Dentro de la habitación, el aire acondicionado soplaba fuerte, y su rostro estaba teñido de un tono rojizo.

Se deslizó su abrigo, se desabrocharon los botones, revelando un pedazo de su clavícula.

Los labios de él se movían hacia abajo, encendiendo el fuego con cada toque.

—Toc toc———

De repente, alguien golpeó la puerta desde afuera, y la voz de Rosana se filtró hacia adentro.

—Evi, Blanca me pidió que te trajera barbacoa, ¿todavía quieres comer? —

Evrie de repente se despertó de su trance, esquivando el beso de Farel.

Antes de que ella pudiera responderle, Farel volvió a besarla, sin dejarle tiempo para reaccionar.

Afuera, Rosana seguía golpeando la puerta—Evi, ¿estás ahí?—

Con la mente hecha un lío, Evrie rápidamente tapó los labios de Farel para evitar que hiciera ruido.

La relación entre ambas aún no podía ser tan exageradamente pública.

Especialmente no quería que Rosana se enterara.

Ella no podía guardar un secreto.

Con sus suaves manos sobre sus labios, Farel intencionalmente bajó la cabeza y mordió ligeramente la palma de su mano.

¡Era una sensación de cosquillas y hormigueo!

¡Este hombre…!

Con el corazón en la garganta, Evrie rápidamente retiró su mano y lo miró fijamente.

ligeramente las cejas, sus ojos destellaban con un

ver que él estaba a punto de inclinarse para besarla de nuevo, Evrie

cayeron al suelo, con Evrie encima de él, produciendo

right hot novel

se rio entre dientes, con una voz

ansiosa por derribarme?

tiñó de rojo, y rápidamente se gritó hacia la puerta—Estoy duchándome, deja la barbacoa en la puerta, por favor.

—Oh…—

respondió y, colgando la bolsa de barbacoa en el pomo de

exterior quedó

sujetó por la espalda y la atrajo

de cenar, no

tengo ganas de comer carne.

—Hay carne asada afuera…—

quiero comerte a ti.

Evrie—…—

era demasiado incómoda, y después de unos minutos, Farel la

por momentos, y la respiración

y profunda de Farel resonaba

versos que le recitaste a Irene el otro

—¿Qué? —

y no reaccionó

raíz, aferrada en el

llenos de deseo oscuro, se

tocándose entre las nubes.

sujetó sus manos, colocándolas a ambos lados de la

el viento, nos saludamos

y la besó, en

se enrojeció aún más, incapaz de dejar de

—…—

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