Tan pronto como terminó de hablar, Joan al otro lado del teléfono también contestó, su voz sonaba aún somnolienta y ronca.

—Hola, Sr. Haro, ¿qué sucede?—

—Haz el favor de despejar mi agenda de hoy, pospone las reuniones, tengo un asunto urgente y debo salir de la ciudad.—

Joan preguntó por instinto —Sr. Haro, ¿a dónde se dirige fuera de la ciudad? ¿No me llevará contigo?—

—Voy a la casa de mi suegro, ¿para qué te llevaría?—

¿Suegro?

Joan se quedó confundido por dos segundos.

—Pero si usted ya está divorciado, ¿de dónde sale un suegro?—

Farel, acariciando el largo cabello de Evrie, habló con una voz lenta y deliberada que se transmitía a través del auricular.

Sereno, pero con un frío escalofriante.

—Mi memoria es muy buena, no necesito que me recuerdes constantemente que estoy divorciado.—

Joan— —

A pesar de hablar a través del teléfono, inexplicablemente sintió un escalofrío en la coronilla.

Joan rápidamente dijo —Sí, Sr. Haro, ¿necesita llevar algún regalo a la casa de su suegro? Yo me encargo de organizarlo.—

—No es necesario, tómate el día libre, asegúrate de que alguien esté vigilando a la gente de Marín para que no ocurra ningún imprevisto.—

Joan respondió con prontitud —Está bien, Sr. Haro, le deseo un buen viaje.—

Después de colgar el teléfono, Joan sonrió ampliamente.

Dejó caer el celular y se sumergió de nuevo en las sábanas.

La chica a su lado se despertó por el ruido, y abrió los ojos confundida para mirarlo.

pasa, te

rebosante de alegría, la

está, tengo el día libre,

adormilada

vayas, yo te mantengo, ¿para qué

ser el conductor, manejando el Range Rover blanco de Evrie para comenzar

y llenó el maletero con paquetes de regalos

básico llevar regalos cuando se visita a la familia de

que se casaron, la situación fue complicada y todo fue apresurado,

mucha

maletero estaba lleno de cosas, incluyendo algunas cajas de productos de salud

momento y luego decidió

—Esos están nuevos, ¿por qué los

el maletero, su

medio unos jóvenes, podrían

viaje de Alnorter a Valle

en los últimos años, se abrieron varias autopistas y el tiempo de viaje se redujo

dos horas, llegaron a su

camino familiar hasta detenerse frente a la puerta de un pequeño

y fue recibida por una sensación familiar y a la vez

había cambiado: de una antigua planta baja se había pasado a una pequeña de dos

y Óscar

el patio, Pablo fue el primero en salir y, al

—¿Evi, eres tú?—

años, con canas en las sienes y un aspecto

más de una década, al verlo en ese

de tristeza y

hondo y llamó

—Hey... hey...—

de inmediato, con los ojos

con pasos inestables y la voz

—Bienvenida a casa..

. bienvenida a casa.—

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