Capítulo 16

Hasta ese momento, Cira miró fijamente a Morgan y dijo:

-Esta bofetada es el resultado de nuestra apuesta. Todos los presentes, incluyéndote a ti, señor Vega, son testigos de este acuerdo. Solo estoy cumpliendo con lo que acordamos, ¿me equivoqué en algo?

La chica parecía un pequeño erizo con una actitud defensiva, adoptando una postura muy diferente a su comportamiento habitual. Solía ser una chica seria, discreta e incluso humilde… Sin embargo, ahora le resultaba completamente desconocida.

Ella me difamó e incluso me incriminó. Tal vez fue ella quien tiró el cable, ¡pero ahora me echa la culpa a mí! Si no fuera por la evidencia, con sus palabras y tu protección parcial, hoy me habría convertido en una pecadora sin razón. ¿Por qué tengo que soportarlo todo? Si he sido víctima de una injusticia, ¿por qué no puedo reclamar justicia para mí misma? – respondió Cira lentamente y claramente, mientras miraba fijamente a los ojos de Morgan.

-Además, si el cliente resulta

cuentas, ¿aún esperan que yo vemente herido y quiere rendir

pida disculpas, pague

compensaciones o incluso asuma la responsabilidad legal? Solo le di una bofetada, que ya es mi mayor acto de clemencia.

Morgan nunca había visto a Cira tan decidida. En su memoria, ella siempre mostraba obediencia, sin muchos deseos para sí misma.

en la cama. Al escuchar esto,

aprovechar de la oportunidad y no toqué

+25 BONUS

tales circunstancias. No era de extrañar que pudiera ganarse

los ojos y le

que me equivoqué. No debería haber sido tan manipuladora… Creía que, si Cira

fijarías en mí… Sé que este pensamiento es despreciable porque yo soy la tercera persona en la relación….

lo eres -interrumpió Morgan.

la escena, Cira incluso perdió el interés de soltar una risa fría. Morgan no solo aceptó por completo la explicación de Keyla, sino que todavía la amaba y se preocupaba por ella…

no era la tercera persona? Por supuesto que no, tercera persona debería ser la no amada y debería llamarse Ciral López…

la

Cira y tenía unos sentimientos complicados. Al

aquí. Ya

toda su fuerza para liberar la muñeca de su mano, como si estuviera liberándose de las restricciones que él

ella, de hecho,

respiró

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