Reconquistando a Mi Encantadora Secretaria

Capítulo 44

Morgan ya se había bañado, estaba de pie frente al espejo de cuerpo entero vistiéndose, abotonando su camisa meticulosamente.

Había dejado su teléfono descuidadamente sobre el mueble, sin hablar. Cira solo podia escuchar el suave roce de la tela rígida de la camisa, un sutil susurro.

Eso era lo malo de estar tan familiarizada con él.

Incluso sin ver, solo con escuchar podía imaginar la escena correspondiente en

Si mente.

El prefería vestir de negro, una camisa negra y pantalones negros que resaltaban su esbelta figura y enfatizaban su aura imponente.

Después de abotonar la camisa, levantaría su barbilla para ajustarse el cuello, su linea de mandibula tan definida como el cuello de la camisa, y su corbata siempre atada con un perfecto mudo Windsor, acorde con su estatus como heredero de la familia Vega.

El aún escogería un reloj de la caja de relojes… ¡No!

Cira cerró los ojos, frunciendo el ceño incómodamente.

El ocupaba demasiado de sus recuerdos, irrumpiendo inesperadamente en sus pensamientos.

Tomó aire profundamente y volvió a hablar: -Señor Morgan.

traje de la fila colgada: -Regresa a Costa Bella, ve al garaje

abrigo, agarrando su móvil y bajando las escaleras mientras se ajustaba los

semana, mantente firme en tu

última semana significaba que después podría irse?

señor Morgan, que después de una semana podré renunciar

contestó: -Quince minutos,

no era de los que se retractaban de

Una semana era solo una semana,

+15 BONOS

risa irónica: -¿Así que estás ansiosa por irte? Pensé que, dada la situación de tu

se quedó perpleja.

¿Qué estaba pasando

saldar deudas, ella había

unos meses, por curiosidad, intentó llamar a casa solo para encontrar que todos los números estaban desconectados o que la habían bloqueado. No

de repente la desconcertaba

pidió al conductor: -Disculpe, por favor regrese

garaje privado con varios coches de

con las llaves guardadas en una caja fuerte. Cira ingresó el código, tomó las llaves y

llegó a la puerta, Morgan salía, subiendo al auto.

lo miró a través del retrovisor: -¿Señor Vega, aún