Capítulo 0127

-Ya sé que ella no se ha levantado aún, déjala dormir–dijo Marcelo con voz suave. -¿Ya desayunaron?

Ciara parpadeó: -Voy a comprar un bollo y café de camino al trabajo.

He traído algo de comida y voy a hacer un poco de sopa de arroz. Si no tienes prisa, podrías esperar un poco y comer–sugirió Marcelo.

Clara entendió de inmediato. ¡Esto no era solo hacer sopa, sino que había venido especialmente para cocinar para Cira!

En estos días, ¿quién iba a pensar en un hombre que cocinaba? Y menos aún uno de buena familia.

Clara rápidamente respondió: -Haz como en tu casa, la cocina está allí. Usa lo que necesites, yo tengo prisa por el trabajo, así que no desayunaré. Ustedes

coman.

Marcelo sonrió agradecido y se dirigió a la cocina con sus cosas.

Clara sacó su teléfono, tomó una foto de él con las mangas arremangadas lavando costillas en el fregadero y la envió a Cira.

Después de arreglarse, Clara salió para el trabajo mientras Marcelo preparaba los ingredientes para la sopa de arroz. En media hora, la sopa estaba lista, y la llevó a la mesa.

Luego tomó una nota adhesiva del refrigerador, escribió algunas palabras y la pegó en la tapa de la olla.

Caminó hasta la puerta del dormitorio de Cira, la misma que había cerrado la noche anterior después de llevarla a la cama.

No estaba cerrada con llave, así que la empujó ligeramente y vio a Cira acostada de lado, con media cara hundida en la almohada suave.

puerta y se fue silenciosamente.

para

Marcelo recibió un mensaje

referían sin

respondió de inmediato, tamborileando con los dedos

  • 15 BONUS

debía involucrarse tanto en los asuntos de otros.

pensando en el beso de la noche anterior, decidió ser un poco egoísta y respondió: Está bien.

ocuparé de los asuntos en

dejó el teléfono y

despertó al mediodía.

el sueño más

tenía experiencia en manejar estas situaciones

salió del dormitorio y se sorprendió al ver una

probablemente no había tenido tiempo para

caligrafía atractiva y con carácter, claramente no

con dátiles rojos, lo mejor para nutrir la

no pudiendo identificar al autor, hasta que encontró su

ciudad de Sherón, pasada la época de los rocíos fríos, y el clima se volvía más fresco. Él llevaba un suéter blanco delgado, suelto y de material blando que, junto con su temperamento, lo

había remangado casualmente hasta el codo, dando un aire doméstico y relajado mientras

había sido Marcelo quien había

nota

envió

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