Capítulo 0258

Cira estaba lavando sus dedos con jabón y un cepillo para ropa cuando alzó la mirada y vio en el espejo una marca roja en su cuello.

Ella cerró los ojos, soportando el dolor.

Solo podía pensar que el roce accidental de hace un momento, e comparación con la directa confrontación, significaba que había esquivado otra bala.

Cira abrió nuevamente los ojos, su expresión volvió a la calma.

Se lavó las manos varias veces, encontró un corrector para cubrir la marca y se puso un suéter de cuello alto que sacó del armario.

Al tirar su pijama en el cesto de la ropa sucia, vio la ropa de Morgan, pero esa no era la que él había usado el día anterior… ¿era la que llevó anoche cuando salió?

Observó detenidamente al notar una mancha de sangre en su abrigo blanco, pero Morgan no parecía tener heridas.

Llena de curiosidad, Cira tomó el abrigo y examinó la mancha. Parecía ser sangre de alguien más.

El tejido era fino y retenía olores; olía a desinfectante.

¿Se manchó en el hospital?

Para que el olor permaneciera tan fuerte, debió haber estado mucho tiempo allí.

¿Por qué había ido al hospital la noche anterior sin motivo aparente?

an S/S Den

se perdía

un traje, sino un abrigo de cachemira negro que realzaba su figura

coche, ella sugirió: -Señor Vega, después de comer,

a cargo de tu madre es el asistente de Joaquina. Aunque es asistente, también tiene el

no puedes hacer mucho, quieres estar

el volante con una

detuvo en un restaurante especializado en cocina

indiferencia: +Después de comer, puedes ir al

añadió: -Solo una visita y luego a casa. No te quedes toda la

quedó

su coche, y él la llevó adentro, preguntando casualmente:

documento?

no soy empleada del Grupo Nube Celeste, no debería

empresa.

miró de reojo: -Eres buena manteniendo tus

camarero con chaleco se acercó y preguntó: -Buenas tardes, señor, ¿tiene

Morgan: -No.

-Lo siento, señor, nuestros ingredientes son

alzó una

sorprendida, no era

a Morgan.

situación, reconoc Morgan y rápidamente se acercó: -¡Señor Vega! ¿Qué sorpresa tenerlo

y con gran respeto hizo un gesto para que pasaran: -Por aquí, señor. La sala privada Entre Montañas y Ríos que usó la última vez ha estado reservada exclusivamente para usted, siempre lista para

un vistazo al camarero, cuya expresión era de

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