Capítulo 0301

Cira no entendía lo que Morgan quería decir.

¿Enviar una casa era una compensación, pero qué compensaba enviar flores?

Miró la tarjeta en sus manos. La palabra Vega estaba impresa, pero parecía que podía ver al hombre escribiendo su propio nombre a mano en esas letras mecánicas.

Ella había sido su secretaria y había visto innumerables veces cómo firmaba su nombre en contratos. Su letra era hermosa, fluida como

las nubes y el agua, firme y vigorosa.

Durante el tiempo que más lo admiraba, no importaba lo que hiciera, ella lo adoraba y miraba hacia arriba. A veces, sin nada que hacer, imitaba su escritura en un papel blanco, Morgan Vega, Morgan Vega…

Con cada trazo y línea, escribía con gran cuidado.

Una vez, él la sorprendió haciéndolo, levantó una ceja interesadamente, y ella, avergonzada, cubrió rápidamente su

escritura con documentos, bajando la cabeza para no ver sus ojos fríos y ligeramente burlones, con las orejas ardiendo de vergüenza.

La actual Cira debería ser indiferente o adormecida, pero al recordar todo esto, sentía un pinchazo en algún lugar de su cuerpo.

Insertó la tarjeta de nuevo en el ramo de flores y luego, llevando el ramo, se dirigió a la entrada de la empresa. Sin expresión alguna, abrió la papelera y tiró las flores directamente.

Gracias a Fermín, había aprendido a tirar flores cada vez con más facilidad.

Justo después de hacerlo, Cira escuchó un aplauso. Sorprendida, se giró.

tenido la oportunidad de ver cómo tiras las flores que te envío.

quedó

volviendo a su modo profesional, preguntó cortésmente: -¿Qué

a asegurarme de que no te pasara nada? – contestó Fermín, echando un vistazo a la papelera. -¿El paquete desconocido

-Ahora que ha visto que estoy bien,

trabajo hecho, mi única tarea ahora es cortejar a mi novia -dijo Fermín, sonriendo.

-Entonces

pareció molesto: -Te

rápidamente en la empresa, sin dudar

de felicitación al lado de la

alrededor de la papelera, pero como la tarjeta estaba boca abajo y no podía ver las

remitente era

sabía quién había enviado las flores,

las flores en la papelera y

de mí, señor

Morgan no respondió.

guardó su teléfono sus ojos de melocotón llevaban

sonrisa, pareciendo encantadores, pero si se miraba

sobre la mesa. El teléfono chocó contra un portalápices de cristal, produciendo

estridente.

se sobresaltó, pensando que

-Continúa.

Dijo Morgan fríamente.

y rápidamente continuó, hasta que terminó la última frase y recibió la aprobación de Morgan, luego salió de la oficina del

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