Capítulo 0370

Esa clase de cosas deberían surgir naturalmente, ¿quién avisa con antelación para que se preparen?

Por esas palabras de él, Cira pasó toda la comida distraída, y en cuanto terminó, se apresuró a llamar para que le trajeran ropa.

Morgan se acercó por detrás y la levantó en brazos, con el mentón erguido y una expresión fría: -Primero paga la recompensa.

Cira no esperaba que él hablara en serio. Se resistió, pateando y tratando de saltar: ¡Morgan! ¡Bájame! No puedes… tú otra vez… espera un momento!

Las palabras que siguieron quedaron ahogadas cuando la puerta del dormitorio se cerró de golpe.

A pesar de que Morgan no valoraba mucho el nivel del hotel, estar en el último piso tenía sus ventajas, como un buen aislamiento acústico.

Por más fuerte que gritara, su voz no se escucharía afuera.

Después de bajar, Luis se sentó en su coche, primero llamó para encargar las tareas que Morgan le había asignado, y luego encendió un cigarrillo en el auto.

Prefería los cigarrillos de sabor fuerte, dejando que la nicotina circulase en sus pulmones antes de exhalar lentamente. Esa sensación ardiente desde los pulmones hasta la garganta era como la de un licor fuerte.

Intentaba dispersar con el humo la imagen que se había colado en su mente.

Desde el cabello revuelto de una noche de sueño, pasando por la camisa de tela fina que revelaba más de lo debido, hasta las piernas expuestas por debajo del dobladillo, las rodillas ligeramente amoratadas, y los tobillos delgados…

la secretaria, era igual pero

ella una atracción natural, distinta de las coqueterías fingidas o la seducción

hacer nada, solo estando allí,

el sentido de que él nunca había

y la camisa de hombre le quedaba ancha, pero no

+15 BONOS

de las caderas, dejando

y lo que estaba más inquieto era otra parte de su

y maldijo en voz

que el frío aire

que el viento soplaba, la agitación y la expresión de

cuándo empezó

Morgan la trajo por primera vez a Palacio del Oeste paral presentarla a su círculo

al tonto de Rodrigo exclamar: -¡Vaya!

lado, así que Luis, también curioso,

mujer en un vestido de tirantes blanco con flores verdes, erguida como una hoja de loto en un estanque de

la luz brillante de la habitación revelando claramente la alegría oculta en su mirada.

momento, Luis pensó:

Rodrigo: No es

de inmediato, y los demás entendieron su

esas miradas.

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