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Capítulo375

Xoán estaba a cuatro horas en coche de la ciudad de Sherón, yendo por la

autopista. Cira quitó la gran piedra de Estela, liberándose de preocupaciones. De vueita a la normalidad, respondió a los mensajes perdidos de los últimos dos días y luego comenzó a sentir sueño.

La fragancia de canela en el coche creaba un ambiente cálido de invierno, naturalmente hipnótico. Con la cabeza apoyada en la ventana del coche, Cira cerró lentamente los ojos. No dormía profundamente, y cuando Morgan extendió la mano para sostener su cabeza, se despertó.

Cira abrió ligeramente los ojos y vio a Morgan sosteniendo una tableta mientras revisaba correos electrónicos. Su otra mano hacía de almohada, evitando que ella se sacudiera cuando el vehículo pasaba por carreteras irregulares.

Sus acciones eran tan naturales, como si siempre hubiera sido así. No es de extrañar que digan que los hombres pueden ser completamente diferentes dependiendo de si le gusta o no.

Cuando el carril delantero comenzó a dividirse, su coche giró y Cira, fingiendo despertar recién, apartó la cabeza de su mano y abrió los ojos.

Morgan giró la cabeza para mirarla: ¿Ya no duermes?

Cira cambió su posición: -Hmm. ¿Estamos cerca?

El conductor respondió: -Aún queda una hora para salir de la autopista.

Cira tomó su teléfono y fingió estar ocupada mirándolo. Morgan retiró naturalmente su mano, no mencionó el incidente y pasó de página en sus correos electrónicos.

coche con su bolso y miró dentro.

¿No vas a bajar del coche?

los pantalones ligeramente subidos, mostrando los tobillos envueltos

llevarme a conocer a tus padres? ¿Cómo planeas

no había pensado en eso. Morgan dijo con indiferencia: -Esperaré hasta que me reconoces como

él estaba tratando de obtener su reconocimiento de diversas

maneras.

sus labios: -Señor vega, regresa pronto y

conductor arrancó el coche. Cira siguió con la mirada el coche hasta que desapareció en la

coche volvió a la esquina. Morgan miró la modesta casa desde la ventana del coche, con

-¿No

temprano, así

que su madre

afirmó varias veces y le apretó la

bien, Cira. ¿Tienes frío?

seguida de otra: -No hace frío. Tengo la bufanda y los

que me tejiste, además, hoy está soleado.

notó que no estaban tan frías, lo que la tranquilizó. Luego, se levantó de vez en cuando para buscarle a ella algo para picar. La empleada doméstica dijo que, después de

había estado en Xoán durante casi un mes sin tiempo para volver a casa, por lo que entendía

Cira la miró con ternura: -¿Has vuelto a adelgazar? Esta noche te prepararé

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