capítulo 505

Francisco se acercó y el conductor salió del coche, abriendo la puerta trasera con cortesía. Señor Núñez, supongo que aún no ha cenado, ¿verdad? Nuestra señora reservó una mesa en El Mirador del Este para probar los auténticos platillos de Bernat. Quiere invitarlo a que los disfrute juntos.

Francisco preguntó: -¿Cuál es el apellido de la señora?

El conductor contestó sonriendo: -Su marido se apellida Vega.

¿Vega? Así

í que resultó ser la madre de Morgan.

Bueno, las cosas se ponían aún más interesantes.

Francisco jugueteó con su rosario, inclinándose para meterse en el coche.

******

Morgan llevó a Cira de vuelta a la mansión en la zona residencial Costa Bella.

et

Al entrar, echó un vistazo a su alrededor y descubrió que toda la casa estaba tan asegurada como si fuera una lección de manual: no había porcelana en absoluto, incluso los jarrones de flores eran de plástico.

Cira sonrió irónicamente y preguntó: -¿Qué es esto? ¿Estás planeando encerrarme aquí y no dejarme salir?

Morgan se quitó el abrigo y una sirvienta se acercó en silencio para tomarlo. -Me estás sobreestimando. ¿Cómo podría encerrarte? Sólo pienso que has estado demasiado ocupada y necesitas descansar. Quiero que te relajes un poco en casa.

la cabeza y respondió, apretando los dientes: -Está bien. Me iré a

puerta con un golpe tan fuerte que parecía que toda la

se desabotonaba los puños de la camisa

si

en otras cosas, pero

que no

reloj marcaba la una de la madrugada, el sueño

+15 BONUS

desde atrás, y al siguiente momento, el aliento familiar la envolvió, quitándosele el cansancio instantáneamente. Ella encorvó el codo y lo golpeó hacia atrás con fuerza, regañando

había previsto esa reacción y con precisión atrapó su codo. – Necesitas.

un poco más grave cuando preguntó-. ¿Quién te enseñó a golpear a la gente así? Mira, aquí está el riñón. ¿Qué pasaría el

importaba?! Cira forcejeó para liberarse de su abrazo, diciendo impaciente: i Ve a tu

se movió, sino que apretó sus brazos alrededor de ella y acercó el pecho a su espalda. Estaban tan cerca que sus temperaturas corporales se transmitían bajo las sábanas. Él dijo perezosamente: -Toda la casa es mía. Dormiré donde quiera.

y en

hacia abajo, tratando de escapar

él. Estás en mi

enfadada hasta el punto de estallar, era mirarlo

miró a los ojos y preguntó: -¿Qué te habló Gerardo de mi? ¿Que soy calculador y despiadado, o

le devolvió la pregunta: -¿Cuál de esas

y ronca-. Claramente, me enamoré de ti a primera vista, el amor no correspondido

risitas breves y frías.

-¿No me crees?

nuevo y suspirando en su cabello como si, al mantenerla en sus

quieras. De todos modos, ya eres mi

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