Capítulo 8

Bella rio para sus adentros.

En su vida anterior, habla esperado durante ocho años, pero, al final, lo único que había recibido era un certificado de divorcio y la noticia de que él se había casado con Anna. Era imposible que él se enamorara de ella tan solo un mes.

-Acabo de preguntarte que, si Pedro descubre tu bondad y se enamora de ti, ¿aún querrás divorciarte? -repitió Lucía.

-Si–respondió Bella, mientras asent fa firmemente ante los esperanzados ojos de la anciana.

Después de todo, sabía que aquello no iba a suceder. Ya no quería tener ni la más mínima relación con Pedro en su nueva vida. Ya habia sufrido suficiente por amor. Lo único que quería en ese momento era alejarse de él y rehacer su vida.

Después de salir de la vieja mansión, Bella vio a Pedro sentado dentro del coche con el rostro frío y hosco. Ella era consciente de que él creía que todo aquello era una representación de Lucía y ella.

Había planeado el divorcio por tanto tiempo, pero había fracasado, lo que convertía todo en algo sumamente sospechoso.

Bella pensó que, si se montaba en el coche, Pedro, inevitablemente, la humillaría y la interrogaría, por lo que decidió ignorarlo, con la intención de tomarse un taxi.

-¡Sube al coche! -le ordenó Pedro, adivinando sus pensamientos.

-Gracias, pero no en la misma dirección–respondió Bella con acritud.

Ella también se sentía molesta por el fracaso del divorcio. ¿Por qué tenia que obedecerlo y sufrir su humillación?

¡Bella!-la llamó con tono de advertencia.

habilidad, vamos

la voz cargada de

en ese tono, y la primera vez que replicaba de aquella forma, por

el hombre con

bajarse del coche y,

-¡Suéltame! -gritó Bella./

por lo que giró la cabeza y le mordió el brazo. Pedro sintió un intenso dolor, pero no la empujó, sino que, en su lugar, la lanzó dentro del coche como si se tratara de una bolsa

Pedro a Miguel, quien se

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que se apresuró a sacar su móvil, apuntó

pegarme, llamaré inmediatamente a la policía

-preguntó Pedro, como si aquello le

se sintiera inmediatamente oprimida, y encogió la mano con la que sujetaba el teléfono

-¿Qué pretendes?

¿Por qué estás

y levantó la

si te golpeo,

odiara, Pedro no la había golpeado. No debía ser alguien que golpeara a una mujer.

cerca de ella, por lo que el leve aroma a cedro que desprendía su cuerpo llenaba sus fosas nasales, sin embargo, en

el valor de contraatacar, por lo que fue empujado hacia atrás, casi

escándalo, ¿verdad?-le

culpa que seas tan débil? -replicó Bella, sin

una actitud tan dura delante de él, ni mucho menos le habían dicho nada tan sarcásticas. La mujer que se encontraba frente a él era

como un cuchillo.

no puedes explicarme lo

el tono de Pedro-. ¡Yo quiero divorciarme más que tú! ¡Fue tu abuela quien insistió en

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