Capítulo 23

En la quietud de la habitación del hospital, Melody abrió los ojos y lo primero que vio fue una luz borrosa, que poco a poco fue tomando claridad.

Miró a su alrededor hasta que alguien empujó la puerta y entró, fue entonces cuando de repente volvió

en sí.

Briar estaba en la entrada, con una expresión oscura en su rostro que se tornó aún más indescifrable al ver a Melody. Sus ojos reflejaron un torbellino de emociones que se extinguieron en la oscuridad de sus pupilas.

Melody lo miró entumecida, sin decirle nada.

Había imaginado muchos escenarios para un reencuentro con un amor pasado. El mundo era tant pequeño que tarde o temprano se cruzaría con aquel a quien había amado con una desgarradora intensidad. Pero nunca pensó que Briar se presentaría así, con un gesto tan cruel y despiadado, arrojándola otra vez al abismo de la desesperación.

Briar noto el silencio de Melody, entendiendo que ella no quería hablarle. Se aclaró la garganta desde la puerta y le dijo: -Ya despertaste-

Melody lo miró friamente y guardó silencio.

Él se acercó y levantó su barbilla con brusquedad, encontrándose con una mirada llena de odio causó un dolor inexplicable.

que

Te

estás haciendo la

en su rostro demoníaco: -Melody, hace cinco años debi habertel estrangulado. Si te dejé vivir

carcajada como si fuera un chiste, y le dijo a Briar con claridad: -¡Claro!

-¿Te sientes maltratada?-

también se burlò con

Melody entrecerró los ojos, todavía con la palidez de la enfermedad en su rostro, pero sus ojos relucian

esa mirada, Briar sintió por un momento

mi vida hace cinco años y ahora intentas quitármela! Debo haber cometido grandes pecados en una vida pasada para ser tan completamente arruinada por ti

al escucharla: -¿Todavía intentas defenderte? La muerte de

la muerte de Eda no tuviera nada

gritó: -Briar, solo te voy

instante soltó a Melody, retrocediendo unos pasos,

Capitulo 23

-Briar, ya no te odio, porque pienso que estás tan

vez lo habian mirado con tanto amor estaban vacíos y anestesiados, cualquier rastro de afecto había

locas a las mujeres de la ciudad, Cinco años atrás, ella también se había lanzado hacia él como una polilla hacia la llama,

cabeza, como en un gesto de autodesprecio: -No me arrepiento, ni tampoco te odio. No

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