Capítulo 48

En el carro iban dos personas, discutiendo sin parar. Briar ya había llegado a la puerta de la casa de los Yelamos, y aquella mujer jamás habia sido llevada por un hombre de la talla de Briar, su voz temblaba de la emoción: -Señor Briar… es usted… ¿de verdad..?-

¿Cómo te llamas?- preguntó Briar frunciendo el ceno.

-¡Me llamo Yolanda!-

Yolanda rápidamente se presentó, -¡Jamás imaginé que el señor Briar Yelamos iba a necesitarme!-

-Yolanda, desde ahora, cállate. No hables más de la cuenta de lo que veas. Si se llega a saber esto, me aseguraré de que lo pases muy mal-

Yolanda se calló asustada por el tono de Briar, pero por dentro no podía con la emoción.

¡Dios mío, ese hombre era Briar! ¡El mismo Briar Yelamos que todas las mujeres de Ciudad Arriba querían en su cama!

¿Qué lotería había ganado para tener tal suerte?

Briar entró a la casa con Yolanda y se dio cuenta de que no había zapatillas de más, así que le pasó unas chanclas de hombre. A ella no le importó y le dio las gracias con una voz suave.

-Briar no le prestó atención, su mirada se desvió hacia el zapatero y sin querer recordó a Melody, quien

años se ocupaba de que todo estuviera en orden. Después de que ella fuera encarcelada, él había desechado todo lo relacionado con

sus pensamientos, Briar dijo, -Sube, ve a ducharte-

ser llevada por

apagaron de repente y alguien la empujó

no quería ver su cara, no le mostró ni la más mínima piedad, como si Yolanda

se preguntaba si, en la oscuridad, si no fuera Briar, no podría

qué, por qué apagar la

pesar de todo, Yolanda sentía dulzura en su corazón, se mentía a sí misma diciendo que no podía ser, que la habían llevado a

¿y si

encendieron media hora más tarde. Yolanda vio a Briar ntrar impecablemente vestido, como si nada hubiera pasado, con una indiferencia que la hacía sentir como una

amargada, pero al mismo tiempo feliz; después de todo, había estado con Briar, y

al día siguiente, al despertar, Yolanda notó que, aunque compartían

la habia vueltoja tocar como si cualquier gesto hacia

innecesario

Briar desperto solo la miró y

sintió herida y murmurd -Señor, he

nerviosa. Se vistió

la puerta se encontró con un niño pequeño parado en el umbral, que al levantar la cara,

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