Rómpeme Cúrame y Olvídame

Capítulo 72

-¿Pedir disculpas?-

Melody también temblaba de ira, -¿No ves que está herido? ¡Briar, él también es tu hijo!-

-¿Qué, creíste que con esto podrías escapar de la tormenta? ¿Ahora vienes a hablar de lazos familiares? Briar soltó una risa sarcastica y apartó a Melody, mientras que Eric miraba solitario hacial su padre, esa decepción tan evidente en sus ojos, que hizo que el corazón de Briar se estremeciera.

El pequeño no dijo ni una palabra, tampoco intentó explicarse, como si estuviera desafiante.

Briar entrecerró sus ojos encantadores, una lástima que no reflejaran ni un ápice de cariño, y dijo, -¿Reconoces tu error?-

-¿Qué error?-

Melody se levantó del suelo, se abalanzó de nuevo y se puso delante de Briar, tapando su visión, -¡Tiene solo cinco años! Briar, aunque me odies a mi, no puedes desquitarte también con el niño. ¡Solo tiene cinco años, qué daño tan grande podría haber hecho!-

-¡Tiene solo cinco años y me mira con esos ojos!- Briar gritó furioso, ¿Sabes cuánto me molesta llegar a casa todos los días y encontrarme con esa mirada? ¡Con solo cinco años ya sabe ser sarcástico y desobediente, Melody, qué gran hijo has criado, qué más no sabrá hacer?!-

Eric se estremeció violentamente y luego miró a Briar, quien sonrió con una ferocidad extrema, -¿Ves? Es esa mirada. Como un lobo, jun malvado lobo con ojos de cordero!-

y lo consoló en voz baja, -No temas Eric, mamá está

finalmente cerró los ojos lentamente, y las lágrimas rodaron

el brazo de Eric por la quemadura; si no se trataban a tiempo, dejarian cicatriz. Así que se levantó y le preguntó

¿crees que tú

-¡Primero que se

-¿Pedir disculpas?-

en los ojos, retrocedió dos pasos y repetidamente asintió.

Bien, ¡yo lo haré! Eric es pequeño, como su madre, ¡yo te pido disculpas! Señorita, lamento que hayas resultado herida, por favor, sé magnánima

Briar, -¿Quieres que, como hace cinco

mirar a Melody, y sus dedos comenzaron a temblar ligeramente.

deslizado entre sus dedos, algo que

no había

en brazos, dejando a Yolanda y

apoyó su cabeza en su hombro y, al subir las escaleras, miró ferozmente

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