Capítulo 59

Pero si el anciano ya se fue, ¿cómo vas a devolverle el dinero…?”

Carol le dijo: “Voy a buscar a ese hombre, seguro que conocía al anciano.”

“¿Y qué le vas a decir? ¿Que el viejo te citó hoy? Pero te pido que no hablara de eso.”

“No puedo simplemente tomar esta plata sin más, si hay algún problema entre ellos, que lo resuelvan sin meterme en medio.”

Tania asintió con seriedad, “Tienes razón. Vamos, te acompaño.”

“Mejor no vayas, primero tengo que pasar por el hospital a devolver el dinero, y luego por el registro civil para divorciarme, cuando termine todo te llamo.”

“Está bien, entonces dame la dirección de los niños, voy a ver a los tres pequeñines.”

Al mencionar a los niños, una sonrisa se dibujo en el rostro de Carol.

Le dio la dirección a Tania.

Salieron juntas de la cafetería y se dirigieron hacia el hospital.

Por el camino, Tania, emocionada, le preguntó:

“Cuéntame rápido, ¿qué les gusta a los tres pequeñines? En nuestro primer encuentro tengo que dar en el clavo para dejarle una buena impresión, así evitaré que en el futuro no quieran llamarme madrina.”

Todavia ni los niños habían dicho una palabra, ni la mamá había hablado, y ella ya se había autoproclamado madrina.

sonrió y le dijo:

tres aman a las mujeres bonitas, no tienes que preparar nada, igual se van a enamorar de ti.”

ser! Ser madrina no es algo que se tome a la ligera,

rio y le dijo:

Ledo adora los juguetes, a Luca le gustan las cosas de moda, como perfumes o ropa creativa, por ejemplo.”

“¿Luca ya le gusta eso

no subestimes a Luca, te llevarás una

los ojos llenos

hospital, Carol se bajó del

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me llamas, estoy a tu disposición.”

ten cuidado en la carretera.”

“Ok, adiós!”

Carol

los años sin verse, su relación no había cambiado en lo más

la misma Tania tontita y adorable

con quien desahogarse es muy importante. En estos años, Carol se

eran pequeños, no podía hablarles de muchas cosas, y tampoco quería compartir con

de hablar con Tania, se sintió completamente relajada.

si hubiera sacudido todas las palabras acumuladas en su

en secreto, Tania no sabía que su esposo era Aspen Bello, de lo contrario, habría podido liberarse aún más.

vez que el carro de Tania desapareció de la vista, Carol, con su mochila al hombro, entró

seguía descansando, Aspen la miró de reojo con

con fuerza, la mirada de ese hombre hacia ella parecía

había vuelto… jaún más fría que la primera vez que se

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