Capítulo 172

Enseguida, los carros detrás empezaron a tocar la bocina.

¡Este paso no alcanzaba ni al de alguien caminando!

El ruidito de ‘bip bip‘ llamó la atención de Carol, quien se volteó a mirar mientras esperaba en el semáforo en rojo.

Abel agachó la cabeza rápidamente, y hasta Aspen se giró instintivo, temiendo que Carol, que estaba un poco más adelante, los viera.

Por fortuna, ella solo echó un vistazo y el semáforo cambió a verde, y se fue pedaleando.

Abel dijo de nuevo, “Aspen, jesto no está funcionando! La señorita Carol no es tonta, definitivamente se va a dar cuenta si seguimos así.

Si ella se entera, no solo se va a enterar de que no estás en la ruina y todavía tienes carro de lujo, sino que también va a enojarse con nosotros.

¡Ahora mismo se molesta con solo verte, y si descubre que la estás siguiendo, va a estar aún más enfadada!

¿Qué hacemos si se enoja tanto que decide no cocinar más para Miro?

Mejor hazme caso, síguela en bicicleta, o mejor aún, dejemos de seguirle y yo consigo a alguien más para hacerlo.”

Aspen, con el rostro tenso, abrió la puerta del coche y se bajó,

En ese momento, ya había un buen embotellamiento detrás de ellos.

Aspen, con un traje de diseñador carísimo, sus lentes oscuros y una mascarilla, bajó del coche bajo la mirada de todos, fue a la orilla de la calle y montó una bicicleta pública…

con sus largas piernas estiradas, pedaleando hacía adelante.

estaba

que salió a causar alboroto, están filmando una película o qué?”

estén grabando, no

hijo de papá experimentando la vida real? ¡Lo vi bajar de un carro

presencia no es de un niño rico, más bien parece un CEO autoritario. ¡Madre mía, madre mía, como si hubiera viajado a otra dimensión,

enamorada! No puede ser, tengo que seguirle la corriente al CEO, también voy

Si ya casi

seguir al CEO y

yo también.”

locas empezaron a pelearse por

la mano a la frente al ver

habíamos dicho que era necesario seguirle

mismo en persona quien lo

odiaba aparecer en

se montó en una bicicleta… ¡Madre mía, un

¿por qué tenía que seguir a esa

ni idea de por qué

su teléfono silenciosamente, tomó una foto y la envió al grupo

que eran habladores y los que no,

de repente,

tanto, Carol no tenía ni idea de que con su sola presencia había desatado una moda de

mercado Casa Suerte, aparcó su bici en la

supermercado, llamó a Tania,

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