Capítulo 1

Natalie López estaba eligiendo un regalo para Leonardo Ramos por su tercer aniversario de matrimonio cuando recibió el mensaje de Matilda López.

La inesperada visión de más de una docena de fotos íntimas la dejó atónita, y su rostro se volvió pálido abruptamente.

En cada una de ellas, se repetían los mismos rostros: ¡su esposo, Leonardo, y su hermana, Matilda!

Los dos estaban abrazados o besándose… Lo único común en todas las imágenes era la mirada llena de cariño de Leonardo hacia Matilda.

A pesar de los tres años que Natalie llevaba junto con él, nunca la había mirado con tanto amor.

[¿Te parece familiar?]

Frotándose las sienes, Natalie pensó que algo le resultaba conocido en las fotos, pero antes de que lo recordara, llegó otro mensaje de Matilda.

[Es su nido de amor, ¿acaso no puedes reconocerlo?]

[Ah… casi olvido, parece que Leo no te dejó volver a poner un pie allí después de la boda. ¿Sabes por qué?]

[Porque esta casa la preparó para mí. De no ser porque su abuela se tomó la libertad el día de su boda, ¡jamás habrías tenido la oportunidad de pisar este lugar en tu vida!]

Cada palabra de Matilda se sentía como una espina clavada en el corazón de Natalie, haciendo que sus manos temblaran sin control.

Agarró su celular con fuerza y empezó a escribir lentamente.

[Matilda, deja de enviarme esas fotos. Lo que tú y Leonardo tuvieron quedó en el pasado.]

[Je, ¿pasado? ¿Hablas en serio?]

[Volví del extranjero hace dos meses, y Leo no vino a casa desde entonces, ¿verdad?]

[Durante este tiempo, él venía a esta casa a verme todos los días después del trabajo. ¿Sabes cómo hablaba de ti en la cama? Dijo que eras nada atractiva y parecía una muñeca hinchable.]

[Eres un puro fracaso incluso como mujer. Si yo fuera tú, ¡me habría matado antes!]

[Mientras a Leo le siga importando su relación, te aconsejo que lo dejes voluntariamente, ¡o al final serás tú la avergonzada!]

***

no volvió en sí hasta que escuchó un ruido procedente de la cerradura de huella digital

la encontró sentada en el suelo

ceño y el disgusto se

—¿Qué haces sentada aquí?

su apuesto rostro entró en su campo de visión,

buscar algún rastro de amor en sus ojos, pero no pilló nada más que impaciencia

que él podía observar a otra mujer con tanta ternura,

levantó lentamente y

qué no me dijiste nada sobre el

de Leonardo, que luego respondió en tono indiferente: —Mati

verdad no lo consideraba necesario, o tenía miedo de que ella se enterara de

consideraras tu esposa, ¡no pasarías días y

la cara de Leonardo

me gustaría saber por qué ella, una amante, tuvo el descaro de enviar esas fotos que me dan

—¡Natalie!

rabia y su mirada helada

carácter sencillo y nunca haría nada para herir a los demás, mucho menos provocar

sólo se aloja

se enrojecieron de inmediato. —¿Se aloja? ¿Me tomas por tonta? ¿Y dices que de

vez no eres de las que calumnian a otros, pero nunca te has

labios y se sintió de pronto un poco ridícula. Leonardo se había puesto inconscientemente del lado de Matilda sin preguntar

a ella no le resultó raro que

adivinado

cansancio y dijo débilmente: —Como digas, considera

Leonardo, que soltó fríamente: —Mati no te debe nada. ¡No vuelvas a decir

a Matilda y él la protege de esa

misma al pensarlo. —Leonardo, en los tres años que llevamos

en su rostro. —Ya que somos pareja, te cuidaré el resto de

una respuesta directa, así que

cabeza para evitar que él viera las lágrimas en

su sincera devoción ganaría su amor, pero finalmente se dio cuenta de que sólo se estaba engañando a sí

momento

un destello de impaciencia apareció en sus ojos. —¡No seas

que su comportamiento no fuera

razonable ahora. Pediré al abogado que redacte el acuerdo de divorcio, ¡y no

se iba a divorciar, no quería que él pensara

el momento en que oyó esas palabras, el rostro de Leonardo se volvió extremadamente sombrío

olvidaré lo

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