Capítulo 46

Natalie esbozó una sonrisa media y puso de vuelta la carne en el plato de Leonardo. – Deberías comer más tú. Después de todo, trabajas todos los días, y eso es muy pesado.

Incapaz de soportarlo más, Matilda, con los ojos enrojecidos, lo miró y le cuestionó: -Leo, ¿ ́olvidaste lo que me prometiste?

Al oír eso, Leonardo se quedó paralizado y guardó silencio.

Dándose cuenta de que el ambiente estaba algo sensible, Ricardo intervino rápidamente para tranquilizar: Señor Ramos, vamos, tomemos un trago.

Leonardo no lo hizo quedar mal, alzó su copa y brindó con él. Después de beber un sorbo, Ricardo dijo algunas palabras y logró cambiar de tema.

El ambiente posterior fue más o menos agradable. Cuando Natalie terminó de comer, puso el

tenedor en la mesa y se levantó.

‘Ya estoy llena.

Con eso, se dispuso a irse cuando Leonardo la agarró de la muñeca con tanta fuerza que le impidió soltarse.

-¿Qué estás haciendo?

Natalie bajó la voz y le preguntó irritada.

Leonardo la miró a los ojos y contestó: -Quédate conmigo. Ya casi termino de comer.

dar un

-Entonces, yo te acompaño.

sintió impaciente y justo cuando iba a hablar,

Ramos aquí. Ha estado tomando y apenas ha probado bocado. Échale una mano con la comida,

sarcásticamente preguntó: -Pero ¿no habías designado a alguien para ayudarlo? Matilda parece estarlo haciendo bastante bien, así que mejor que ella lo haga,

Había actuado de esa manera

esta última la hizo parecer

Natalie con cara de agravio y dijo: -Es que te vi concentrarte en

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ya de su fachada hipócrita, se rio fríamente y replicó: -¿Incluso

los ojos de par en par y tembló por completo, sin poder articular ni

-¡Paf!

cumplió como esposa, ¿y ahora tienes descaro de culpar a Mati? Además, siempre ha estado cercana al señor Ramos desde pequeña.

respondió enfatizando cada palabra: -Claro que no. Sólo quería decir que ella lo hace bien, así que la

-¡Tú…!

ambiente en el comedor se volvió cada vez más tenso. Natalie se rio en silencio y dijo: – Disfruten su

Beata estaba tan furiosa que su rostro se

-¡Beata!

una mirada de reprobación, con enojo reflejado

hoy, ya le había advertido a Beata que controlara sus emociones,

a Leonardo, ¡seguramente la familia López no se la pasaría

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