apítulo 56

Natalie mantuvo una expresión indiferente, -No tengo nada de qué hablar contigo.

-Si todavía estás enojada por lo que pasó la última vez, puedo disculparme. Fue mi culpa.

Natalie lo miró sorprendida, sin esperar que él se disculpara.

-Si es por eso, he recibido tu disculpa. ¿Puedo irme ahora?

La mirada de Leonardo se oscureció, y habló en voz baja, -Todavía estás enojada.

Natalie se mostró algo frustrada, -Ya que te has disculpado, si estoy enojada o no es mi asunto, y no parece tener relación contigo.

Tras decir esto, Natalie retrocedió su coche y pasó al lado de Leonardo, alejándose de él.

Desde ese día, Natalie y Leonardo no se volvieron a ver. A veces, Natalie veía a Leonardo en revistas de entretenimiento, acompañando a Matilda en varios eventos.

Natalie echaba un vistazo ocasional a esas imágenes, pero rápidamente desviaba su mirada con indiferencia, mostrando poco interés en esos asuntos.

Medio mes después,

un viernes por la noche, después de terminar sus horas de extra de trabajo, Natalie llegó a su villa pasadas las diez de la noche.

Justo cuando se había duchado y estaba preparándose para leer un rato antes de dormir, el timbre de la puerta sonó.

Al acercarse y mirar por la mirilla, vio que era Leonardo, lo que la hizo fruncir el ceño.

la bata de dormir que llevaba puesta y abrió la puerta, mirando a Leonardo con indiferencia. Estaba a punto de

-¿Has estado bebiendo?

lúcido, había un cierto

día es

un momento antes de darse cuenta, recordando que hoy parecía ser el tercer aniversario de

su falta de interés en este asunto,

sombra de impaciencia cruzando su mirada. —Si solo has venido

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intensa frialdad en sus ojos. -¿Sabes siquiera que hoy

así? De todos modos, nunca te ha importado antes, ¿por qué ahora vienes aquí

enfadó,

preparado un regalo, ¿y

tu regalo,

de que pudiera terminar su frase, sintió que alguien la sujetaba por la

instante, la imponente figura

contacto en sus labios, Natalie reaccionó,

-¡Leonardo Ramos, estás loco!

la mano para limpiarse los labios, sin saberlo, enfureció aún más a Leonardo. Él agarró su muñeca de repente, y al siguiente segundo, Natalie se encontró presionada contra la

de besos cayó implacable, y aunque

mordió con fuerza, llenando la boca de ambos con el sabor

sangre.

la soltó y la miró, diciendo en voz baja, -Ya que no preparaste ningún regalo para mí, considera este beso como

¡Estás loco!

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