Capítulo 111

–Cuando crezcas un poco más, entenderás estas cosas.

-Bueno

En medio de su conversación, el señor Hernández entró a la cocina, claramente molesto y dijo: -¿Solo se la pasan platicando? ¿Cómo va la comida?

Natalie sabía que el señor Hernández solo buscaba pretextos para molestarla. Sonrió resignada y pensó que su maestro se estaba poniendo más infantil con los años.

Pero se preguntaba cuánto tiempo más podrían disfrutar de esa tranquilidad.

Tarde o temprano, su maestro tendría que regresar a Greeley. Quizás cuando Silvia pudiera manejar las cosas por sí misma, él volvería a Greeley..

Al ver a los dos cocinando seriamente, el señor Hernández asintió satisfecho y se fue con las manos en la espalda.

Después de que su figura desapareció en la puerta de la cocina, Natalie y Silvia intercambiaron miradas y no pudieron evitar reír.

Al día siguiente, el señor Hernández dejó a Natalie y a Fermín a cargo de los pacientes. Aunque decía querer comprobar si sus habilidades médicas habían decaído en los últimos años, la verdad era que solo quería holgazanear.

Cada día, los dos trataban a cientos de pacientes, con Silvia a su lado, preparando los medicamentos según sus recetas. Una semana después, justo el día antes de que planeaban irse, el señor Hernández finalmente les dio un descanso.

Tras revisar sus registros de diagnóstico y recetas, el señor Hernández no pudo evitar asentir con satisfacción. -Excelente, no han desperdiciado lo que aprendieron- comentó.

Maestro, ¿siempre atiendes a tantos pacientes?– preguntó ella.

Recordaba que el señor Hernández tenía una regla de solo atender a veinte pacientes al día, por lo que la gente ya tenía citas reservadas hasta el próximo año para verlo.

El señor Hernández se acarició la barba y le dijo con una sonrisa: —No, la cantidad de pacientes que ustedes atendieron en estos días es la suma total de los que yo atendería en los próximos dos meses. Ahora que terminaron, puedo tomarme dos meses de vacaciones.

-Maestro, ¿realmente está bien hacer eso?

La gente siempre había dicho que el famoso médico Elián Hernández tenía un carácter irascible. Si supieran que el señor Hernández era en realidad un divertido ancianito, seguramente se sorprenderían.

Al pensar en los dos meses de descanso que tendría, el señor Hernández dijo sonriendo: Sería maravilloso. Si ustedes me visitaran cada dos meses, podría incluso jubilarme.

y no pudieron

voliéramos cada dos meses, probablemente terminarías quejándote

cierto. Ahora vayan a empacar, mañana temprano

señor Hernández asintió y dijo: -Es cierto. Ahora vayan a empacar,

tienen que partir.

su ropa, Silvia se acercó con una caja de brocado y dijo:-Senior, mi abuelo me pidió que

de saussurea, pero no era blanca, sino roja, brillante como

esta es la última saussurea que te quedaba. Si tienes

buscarlo, jno trates de cultivar saussurea en secreto! –

importancia del mensaje, y le

interrumpo más

la saussurea. Ahora podía estar tranquila; con esa planta, había una esperanza para tratar la pierna de Leonardo.

el señor Hernández preparó personalmente una cena para despedir a Natalie y Fermín, e incluso sacó a relucir un

de beber un poco con ellos, él encontró una

años.

retirarse.

dijo:-En realidad, mi abuelo no quiere que se vayan. Aunque no lo diga, sé que está muy feliz

al despedirse. Habían vivido allí varios años, y el señor Hernández se había convertido en parte

cariño, sabían

dispusieron a

ambos se inclinaron respetuosamente hacia la puerta cerrada de la habitación del señor

la ciudad SY, ambos viajaron sumidos en un pesado

+15 BONUS

SY, apenas habían bajado del coche cuando

López, señor Fermín, por favor, acompáñennos-

y preguntó: -¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué deberíamos irnos con ustedes?

jefe es el señor Ramos.

-¿Leonardo?

-Sí.

mostró sorpresa en sus ojos y preguntó: -¿Él

Ramos nos ordenó que definitivamente te lleváramos

ir con ustedes, pero deben consultar también

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