Capítulo 697

-Carlos, ¡quédate atrás!

Podía arriesgar su vida para salvar a Natalie, pero no podía dejar que Carlos corriera también ese riesgo.

-¡Presidente, si tiene tiempo para disuadirme, por qué no se da prisa y piensa en cómo salvar a la señorita López!

Leonardo no perdió más tiempo. Tras diez minutos de esfuerzo, por fin consiguieron sacar a Natalie del coche.

Sin embargo, justo cuando respiraba aliviado, Carlos olió a gasolina quemada. -¡Presidente! Saque a la señorita López de aquí. El coche va a explotar.

Ayudaron a Natalie y salieron volando del coche.

A sólo diez metros, de repente, hubo una explosión detrás de ellos. Los escombros de la explosión del coche se estrellaron contra sus espaldas. Carlos escupió una bocanada de sangre y Leonardo quedó inconsciente.

Al despertarse de nuevo y darse cuenta de que estaba en el hospital, Leonardo se sentó a toda prisa. Bajó de la cama para buscar a Carlos y a Natalie, pero en cuanto se levantó, le dolía mucho la espalda y se cayó sin poder controlarse.

En el momento en que se cayó, alcanzó la mesa junto a la cama. Todas las pocimas y frascos de cristal sobre la mesa se hicieron añicos en el suelo.

lamentable estado de Leonardo y se apresuró a ayudarlo a subir a la cama.

Los escombros del coche explosivo le han lesionado los nervios de la espalda y las piernas.

están las dos

que

estaba?

dos horas. y La mirada preocupada de Leonardo obviamente se relajó mucho. También volvió a la cama. -Bien, ¿dónde está mi teléfono móvil? ¿Puedes dármelo, por favor?

abrió el cajón del mueble y sacó el móvil de Leonardo y

la cámara.

inmediatamente al vicepresidente del Grupo Ramos. Le pidió que enviara el documento al hospital para que él se encargara en este

debe hacerlo alguien a propósito, quiero el resultado en

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y enamorada de

despertó, se sintió menospreciada en el sueño. Si el hombre al que

en el sueño y se sentó lentamente. Al descubrir que estaba en una cámara del hospital,

decir: –Señorita Silva, ¿se encuentra bien?

a menudo en la televisión, pero ninguno conocía a Carlos y Natalie. Después de preguntarle

mareada y con

gasa envolviéndole la frente. Su cara pequeña, del tamaño de la palma de la mano, parecía una belleza enfermiza. Hacía que a la gente le doliera el corazón cuando

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