Capítulo 372

Elias se agarró el cuello de la camisa, cerró los ojos y luego jadeó:

-¡Me está doliendo!

-¿Debo llevarlo al hospital? – Ray estaba ansioso, pues era la primera vez que veía a Elías en ese estado.

-Llévame a casa de Anastasia -ordenó. Ni los médicos ni sus recetas podrían curar a Elías, lo único que él necesitaba era a Anastasia.

– No se contenga más, esta vez debe ir al hospital – insistió Ray.

-Estoy consciente de mi estado. -Elias cerró los ojos y volvió a ordenar-: llévame ahí.

« Mario está planeando quedarse a comer con Anastasia o parecer un invitado? Sobre todo, luego de llevarlos a casa, ¿querrá aprovecharse de ella?».

Elías era un hombre, así que sabía cómo pensaban, además, él también había sido así en el pasado. Por lo tanto, tenía que alejar a Mario, aunque eso significara que Anastasia lo despreciara.

Al final, a Ray no le quedó otra opción más que arrancar el auto porque no tuvo oportunidad de convencerlo, en su mente, simplemente deseaba que Anastasia no hiciera alguna otra cosa que provocara a Elias.

Luego de que Anastasia entrara en el auto con Alejandro, Mario preguntó:

-Señorita Torres, ¿quiere que los lleve a casa o que regresamos a la oficina a recoger su auto?

– Como al día siguiente era fin de semana, Anastasia creyó que no necesitaria su auto, además, no quería ir por

respuesta, Mario se puso muy feliz y de inmediato comenzó a planear cualquier excusa para convertirse

el teléfono hace un momento, llamó el presidente Palomares -dijo Mario, mientras

dijo? -preguntó Anastasia con el

la llamada, la verdad es que no se escuchaba contento. Solo se limitó a colgar -dijo Mario, de manera que describió a Elías

a su hombre y sabia que era algo que haría. Una vez que llegaron a su área de vivienda, Mario

Señorita Torres inuedlo nasar a su haño? Necesito

Claro -respondió ella, quien no tenia corazón para rechazarlo-venga con

te ayude con tu mochila? – Mario intentó ser amigo

el niño sacudió su pequena cabeza

yo solo

Mario tenia intenciones de ganarse el corazón de su madre, y a pesar de que el hombre no le caía mal,

gran chico –

en seco; cuando los tres entraron al lugar, vieron dos figuras

sus fuerzas para librarse del agarre de su madre mientras corría hacia

era seria, pues

Alejandro, no puedo cargarte en estos momentos porque

se tomó su medicina? –

¡Sí! Ya me las

junto a Elias, se inclinó un poco sobre él

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