¿Tuvimos un hijo

Capítulo 243

Eva había esperado por días para almorzar junto con su nieto, y finalmente regreso a la residencia Palomares para cumplir su sueño. Ambos estaban sentados en la mesa del comedor cuando le preguntó vacilante. ―Elías, ¿Anastasia hablaba en serio cuando dijo que nunca se casaría? ―Relájate, abuela.―Elías la consoló.―Las cosas cambian todo el tiempo. ―He estado hablando con miguel por teléfono los últimos días, esperaba que hiciera un poco más de esfuerzo en conquistar a Anastasia románticamente, le dije que no se rindiera aún. La cuchara de Elías se quedó a mitad del camino hacia su boca mientras suspiraba y decía:―Abuela, ha Miguel y a mí nos gusta la misma mujer, y deberías alentarme a mí ahora que se retiró para que yo pueda conquistarla. Los ojos de Eva se iluminaron cuando escuchó eso. ―¿Qué? ¿Estás conquistando a Anastasia ahora? ¿Siente lo mismo que tú? ―Aún estoy trabajando en que pase eso, pero no te preocupes, abuela. Te prometo que me casaré con ella ―dijo Elías con firmeza. Por alguna razón, estaba confiado en que la haría su esposa. Cuando Eva miró lo determinado que estaba su nieto sobre eso, se rio.―Bueno, sé que darás lo mejor de ti. No me decepciones, Elías. ―Entendido. ―Por cierto, trae al niño alguna vez. Quiero verlo también ―añadió Eva expectante. ―Ahora no es un buen momento, pero dame un mes y lo traeré aquí para visitarte. ―Muy bien ―dijo. ―Habla con Anastasia sobres esto y dile venga de visita a la casa cuando tenga tiempo libre ―asintió lentamente. Sabiendo que su nieto se encargara de todo, se podía permitirse esperar pacientemente. A las 2:40 de la tarde, Anastasia estaba bebiendo café en su oficina mientras retocaba algunos bocetos de diseños en la mesa cuando su teléfono de pronto sonó. Lo contestó y saludó: ―¿Hola? ―Anastasia, el cliente ha llegado. Tenemos que ir a la sala 302 ahora. ―De acuerdo, voy en camino ―dijo Anastasia. Hizo su café a un lado y tomó la carpeta correspondiente de su escritorio antes de ponerse de pie para salir de su oficina. La sala 302 era para invitados «vip». Después Anastasia y Fernanda se encontraron a mitad del pasillo, se giraron para entrar a la sala. Fernanda tocó la puerta antes de entrar, y se sorprendió cuando miró a la mujer sentada en el sofá. Por otro lado, Anastasia se puso a su lado. Cuando miró al cliente, sus ojos también se abrieron de par en par por la sorpresa, ya que la mujer que estaba sentada en el sofá no era la misma que había hecho la orden por los collares el otro día. En su lugar, era Helen. ―Buenos días, señorita Sarabia.―Fernanda la saludó con entusiasmo después de vacilar por unos segundos, y caminó hacia la mujer con una sonrisa amigable en su rostro. Un millón de preguntas inundaron la mente de Anastasia en ese momento, pero al mismo tiempo, parecía que había descubierto un gran misterio. Lo que sucedió, fue que Helen le pidió a alguien más que hiciera la orden por dos collares, especialmente por ella. No sería una sorpresa ahora si Helen le dijera que los collares son para Elías y ella. Después de respirar profundo, Anastasia se sentó a lado de Fernanda y miró a Helen, solo para encontrarse con una mirada triunfante como esperaba. ―Gracias por trabajar tan duro en diseñar esto hermosos collares para él y ella, Anastasia. Estoy muy contenta con ella ―dijo Helen mientras cruzaba sus piernas. ―Estoy segura que también le encantaran a Elías una vez que los vea. Anastasia no tenía nada que decirle. Fernanda, quien estaba a su lado en el sofá, intervino amablemente. ―Estamos felices de escuchar eso, señorita Sarabia. Usted es una clienta muy importante para nosotros, y sabemos que Anastasia tiene la impresionante habilidad de crear algo especial para usted y su enamorado. Helen sonrió cuando miró vilmente a Anastasia. ―¿Qué tal si me das personalmente tu bendición, señorita Torres? Solo un par de palabras lindas para mi novio y yo por el bien de los sentimientos. En ese momento, Anastasia sintió que todo el aire había salido de sus pulmones, y dijo fríamente:―No soy del tipo de personas que da bendiciones. ―Oh, ¡no seas tan rígida, señorita Torres! ¿Por qué no te ayudo a comenzar? ¡Nunca puedes equivocarte con desearnos una felicidad duradera, que envejeceremos juntos y tendremos una familia propia, cosas así! Fernanda intervino con naturalidad y dijo tranquilidad:―En ese caso, en nombre de la señorita Torres y de todos los empleados que trabajan aquí, le deseo a usted y al presidente Palomares toda la felicidad del mundo, que ambos se mantendrán juntos en las buenas y en las malas. Que ustedes encuentren una maravillosa compañía el uno con el otro. Sin embargo, Helen frunció los labios con desagrado y señaló:―No quiero que tú me des la bendición, directora Espinosa. Es a la señorita Torres quien quiero lo haga. Fernanda se pudo rígida en su asiento, evidentemente nerviosa. A su lado, Anastasia sabia lo malvada que podía ser. Ya que no quería humillar a Fernanda, dijo a regañadientes:―Helen, para que dejes de hablar de esto, les deseo a ti y Elías toda la felicidad. ¡Ahí tienes! ¿Eso es lo que quieres escuchar? Una vez que escuchó las palabras de Anastasia, la sonrisa de satisfacción de Helena se hizo más grande. Estaba satisfecha por tener la ventaja aquí, y resoplo mientras decía: ―Al ver que nos has dado tu bendición, señorita Torres, seré muy amable y se los agradeceré. En este momento, Elías no está en su oficina, así que necesito que se le entregues personalmente estos collares más tarde y dile que los diseñaste para nosotros.
 
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