Capítulo 413

El coche de Rafael acababa de tomar la curva cuando Sofia avistó al abuelo Isaac y el tio José esperándolos en la puerta. Desde lejos, al ver su coche, comenzaron a saludar con la mano.

Leonardo y Noelia bajaron las ventanillas y gritaron con emoción, ‘Bisabuelo, abuelo José

Apenas el coche se detuvo en la entrada, abuelo Isaac, impaciente, se acercó a la puerta y abrió el coche para recibir a los dos pequeños tesoros Sofia esperó a que Rafael bajara del coche y tomados de la mano, siquieron juntos hacia la casa. Al entrar, Alba los recibió o una sonrisa amable y calida, y tras asegurarse de que todos se dirigieran al salón, rápidamente volvió a la cocina para traer dos grandes platos de frutas frescas y cortadas, claramente preparadas con anticipación.

“Señorito, señorita Sofia, coman algo de fruta por ahora. Si hay algún plato en particular que quieran para el almuerzo, solo diganme. Tenemos de todo en el refrigerador, yo se los preparare.”

a Rafael Con una sonrisa preguntó, “¿Está dulce?”

podia ocultar, y se apresuró a volver a la cocina para continuar con los preparativos del almuerzo. Leonardo y Noelia, después de comer algunas cerezas y trozos de sandla, se mostraron impacientes por ir al jardin con el bisabuelo El anciano Amoros, siempre que los pequeños estaban de visita, parecía rejuvenecer

le dijo, “Abuelo, solo vigilelos desde

me queda mucha energía en estos viejos huesos, puedo seguiries el ritmo por

tus

Sofia. Sofia se acercó y tomó la mano de Rafael, alisando suavemente el ceño fruncido con su otra mano. El debia estar sintiéndose

pesar del dolor, te crio para ser una persona maravillosa. Vamos a ver el piso de arriba.” Dicho esto, Sofia tomó la mano de Rafaely subieron. Rafael la siguió obedientemente, y viéndolos juntos de espaldas, era evidente que

cortinas en tonos oscuros que probablemente escogió según su propio gusto cuando vivia solo. Sin embargo, entre esos tonos oscuros, habla toques de vida y color: cojines brillantes en el sofá, ropa de mujer en el armario, productos

una vez ahi dijo. “Vaya, Rafa! Ven a ver, el cactus ha florecido, Rafael se acercó al balcón y vio a Sofia agachada, mirando con ojos brillantes las suculentas en el estante, con una en particular, un cactus,

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