I

Capítulo 50

Cristián miraba cómo Soraya se alejaba, casi ahogándose de la rabia que sentía por dentro. Esa mujer parecía disfrutar haciéndolo sufrir, clavándole puñales en el corazón cada vez que podía.

“¡Mama!“, Mateo, al notar la ausencia de Soraya, comenzó a forcejear queriendo bajarse al suelo. Con apenas año y medio, él era un pequeñín gordito y lleno de energía, tanto que Cristián casi no lo podía sostener en brazos.

Dándole unas palmaditas en la espalda, éste le dijo: “Espera un poco. Mamá se fue a bañar. Si te suelto ahora, papá teme no poder atraparte después“, mientras sostenía al pequeño con un brazo, con el otro manejaba su silla de ruedas hacia la habitación contigua, para luego colocar al niño sobre la cama y darle algunos juguetes que habían traído de la casa antigua.

El pequeño, que solía dormirse tarde, todavía estaba lleno de vida.

Unos minutos más tarde, Soraya apareció vistiendo el pijama rosa más conservador que encontró, con el cabello aún húmedo y sus pantuflas puestas, se dirigió hacia donde estaba el pequeño. Al verlo en la cama, instantáneamente olvidó a Cristián y, llenándolo de besos, exclamó con alegría: “Mi amorcito, te extrañé tanto, ¿qué tal si esta noche duermes con mamá?“.

Cristián, observando cómo ella cubría de besos la cara del pequeño con sus besos, no pudo más que fruncir el ceño y decirle: “Controla esa baba tuya. Si sigues así, mejor regresa a tu cuarto“.

los Smith, sobornó a un médico para cambiar sus medicamentos por somníferos esta noche. Cuando todos estén dormidos, ese doctor disfrazado

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madrastra malvada, Romina, y de las garras

esta noche nuestro hijo duerme conmigo. Tranquilo, prometor cuidarlo con mi vida“, sin esperar respuesta de Cristián, tomó al pequeñín en brazos y salió corriendo, como si temiera

a Mateo a cargo de ella, pero al escuchar sus verdaderos sentimientos, no se opuso. Una vez ella se fue, él se cambió y salió directo al hospital. En el camino, reflexionaba sobre last palabras de

Soraya, y ya estaba buscando venganza. Pues bien, veremos quién juega

la puerta del cuarto, imposibles de despertar. Su chofer lo acompañaba, empujando su silla de ruedas con una

Smith.

no hubo respuesta.

“Señor Smith“.

intentos, el señor Smith no reaccionó, al

señora Smith.

si les dieron

de voz, pregunto: “¿Llamamos a

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