Capítulo 117

“Mis palabras son la ley de la jefatura aquí. Espero que aquellos trabajadores enfermos consideren bien las consecuencias“.

Después de advertir a todos los trabajadores, el encargado colocó varios guardias de seguridad en la obra, bloqueando todas las salidas. De esa manera, si los trabajadores intentaban entrar por la noche después de su jornada laboral, serían descubiertos. Además, las palabras que les había dicho a los trabajadores eran para disuadir a aquellos que pensaran en suicidarse.

Si alguien daba un paso al frente, el jefe había dicho que recibiría algo de dinero para ayudar. Pero si alguien intentaba chantajear con su muerte, estaria cavando su propia tumba y al final no conseguiría nada.

Después de que el encargado se fue, un grupo de trabajadores empezó a murmurar entre ellos.

Trabajador 1: “¿Qué significa esto? ¿Quién está gravemente enfermo?“.

Trabajador 2: “Sí, ¿quién tendría la fuerza para venir a trabajar en estas condiciones si está gravemente enfermo?“.

3: “¿No será que están tratando de asustar a alguien para

obra, ¿no nos hicieron exámenes médicos? Si estuviéramos enfermos, ¿la empresa aún

eso de estar gravemente enfermo y que podría causar problemas? Solo él sabía que había recibido el diagnóstico de una enfermedad terminal justo el día anterior y no le había dicho a nadie, entonces, ¿cómo lo sabía el encargado? ¿Cómo había adivinado que planeaba hacer algo? Al recibir los resultados de los análisis, se sintió como si un rayo lo hubiera golpeado, tenía cáncer de hígado en etapa avanzada, le quedaba como máximo un mes de vida. Tenía una familia que mantener, con ancianos y

un accidente. Si sucedía en la obra, con lo terca y sin razón que podía llegar a ser su esposa, seguramente haría un gran escándalo y conseguiría una buena compensación, pero su plan aún no se había llevado a

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saltar. El egoismo es parte de la naturaleza humana: si uno mismo no se cuidaba, nadie más lo haría. Pensó que, ya que de todas formas

la subsidiaria estaba seriamente preocupado: “Señor, todos los

de ruedas, tamborileó con los dedos sobre el manubrio un par de veces: “Se les dio la oportunidad, si insisten en buscar la muerte, que asuman

Durante la noche.

balcón para entrar en la habitación de Cristián y, con destreza, le trató las piernas.

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