Capítulo 247

Al escucharla gritar su verdadero nombre, Donato casi escupe sangre de la rabia.

Furioso, gritó, “¿Qué estás diciendo? ¿Crees que si firmas él nos va a dejar en paz? No sueñes. Mientras yo no firme, él no puede tocar nada. Menos aún atreverse con el niño. Matar es un delito. Aunque muera, no le daré el gusto“.

¿Qué valían las cosas a nombre de Efrén? Lo verdaderamente valioso estaba bajo su verdadera identidad, una enorme fortuna por la que había tramado durante años. ¡Cómo iba à permitir que Cristián se lo arrebatara!

Cristián, con sarcasmo, dijo, “Mira, parece

mismo. Solo ama el dinero“.

no le importas tanto como creías. Ese desgraciado es frío y egoísta. Ni siquiera se quiere a sí

Leira estaba más allá de todo eso. Donato podía aguantar la tortura, pero ella no.

“No me importa. Firma ya. Tú no temes a la muerte, pero yo sí. Me he pasado años siguiéndote en las sombras. Ya he tenido suficiente. Ahora tengo que aguantar estas amenazas por tu culpa. No aguanto más. Te ruego, firma“.

Con los dientes apretados y un odio profundo en sus ojos, Donato dijo, “No voy a firmar“.

Al escucharlo, Leira casi se desmaya.

“Entonces, en tus ojos, ¿valgo menos que el dinero? ¿Entonces qué has buscado todos estos años conmigo? Busas el dinero de Paloma

años contigo. ¿Cómo puedes ser tan cruel de

destello de culpa pasó por los ojos de

tratado bien todos estos años. Les he dado lo mejor a ti y a nuestras hijas. Mucho mejor que a Paloma. Deberías estar agradecida“.

rió irónicamente. “Así que, esto es todo tu amor. Está bien, si tú no tienes compasión, no esperes que yo la tenga. Si

miró horrorizado. “¿Qué estás planeando?”

firmas, lo haré

tengo muchas habilidades, pero imitar firmas es mi fuerte. Nadie podrá distinguir la firma que yo haga por ti“.

la cabeza que

ambos moriremos. Si no firmas, quizás

Para ella, quien había ofendido a Cristián era Donato. Ella, en el peor de los casos, sería merecen la muerte.

una

los

por Donato en más de treinta documentos. Donato intentó detenerla entre gritos y maldiciones, pero fue en vano. Al final, de

perder la conciencia

con el tiempo, su imitación se volvió incluso más realista que la de él.

los documentos firmados a Cristián, quien, al revisar las firmas indistinguibles, sonrió

molestias con

he firmado por él. ¿Ahora me pueden dejar

fríamente, “¿Dejarla ir?”

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