#Capítulo 222 – Comienza la cumbre

3era persona

James se quedó helado, mirando a Isabel en estado de shock y asombro. “¿Hablas en serio?” Preguntó, no queriendo hacerse ilusiones por si todo era una broma, o alguna prueba extraña.

Isabel solo se sonrojó y comenzó a retroceder. “Yo… bueno, solo pensé… quiero decir, tartamudeó, mirando a cualquier parte menos a él. “Lo siento, fue una tontería.

idea. Le tienes tanto cariño que no sé lo que estaba pensando…

“Por supuesto que quiero.” James interrumpió, deseando tanto abrazarla que le dolía, pero conformándose con una mano firme en su hombro. “Diosa Isabel, nada me encantaría más”.

“¿En realidad?” Isabel chilló, una sonrisa trémula se extendió por sus rasgos.

“Con todo mi corazón.” Confirmó James, mirándola con una mirada feroz. “Pero tengo que advertirte”.

“¿Acerca de?” Preguntó, quedándose quieta.

“No voy a conformarme solo con Sadie”. James le informó severamente. “Los quiero a ambos. Estaba dispuesto a esperar -para luchar por ti- pero debes entender que permitirme vincularme con ella de esta manera cambiará las cosas. No habrá forma de deshacerse de mí ahora”.

Isabel tembló ligeramente y lo miró por debajo de las pestañas. Su expresión era entre hosca y divertida: “¿Alguna vez fue una opción?”

“No”, se rió entre dientes, “pero ahora que sé que te das cuenta, me temo que voy a ponerte las cosas muy difíciles”.

la luz brilló en sus ojos mientras lanzaba su propio desafío. “De vuelta a ti.

abrazó. Ella no se corrió silenciosamente, pero una vez que estuvo allí

escuchó a algunas enfermeras vanaranas chismorrear. “Están aumentando

en el campo, parte de su trabajo consistía en captar el clima entre el personal

eso?” Preguntó la segunda enfermera, desempaquetando sus

muy contento de estar al tanto. “Mi amigo en aviación vio

¿el guapo?” El segundo preguntó:

helada, repentinamente muy interesada en la respuesta

el Alfa se arriesgue

reloj montado en la pared. Eran las cuatro cuarenta y cinco y, si no recordaba mal, los primeros vuelos salían a las cinco. Salió corriendo de la tienda sin pensarlo dos veces, sabiendo

del campamento principal y se dirigió directamente al aeródromo, sin pensar en lo que estaba haciendo ni por qué. Actuó por puro instinto, impulsada por los implacables latidos de su corazón. Cuando Cora llegó a la pista, buscó

alerta. Echó a correr y, cuando estuvo a poca distancia, llamó a Roger. Se

brazos antes de que ella pudiera lanzarse

estaba acostumbrada a correr largas distancias, se dobló para intentar recuperar el aliento. Roger se inclinó sobre ella y le

tú- por qué…” Ella jadeó, frustrada por su incapacidad para manejar el breve ejercicio, “oh Dios mío, ¿por qué la gente corre por diversión? ¡Esto

un poco y aprovechó la oportunidad para calmarla. “Te tengo, tómate un minuto. No

aliento, señalándolo con el dedo. “Estás… volando de regreso…

este momento. James todavía tiene que calentar los motores. Ven aquí”, la guió hacia la escalera enrollable que conducía al avión, “Siéntate”. Él

estás yendo?” Cora logró exigir, con los ojos muy

puedo abordarlos si no los veo con mis propios ojos”. Roger respondió, todavía sin

suspiró exasperada, incapaz de comprender su propia reacción irracional. “Nada, yo sólo… es

de este repentino rompecabezas encajaron en su mente. Se dio cuenta

con su gran mano. “¿Cora?” Él instó astutamente:

ofendida. “Por supuesto que no. Yo sólo… —Se interrumpió de nuevo, pareciendo confundida. El gran lobo casi sintió

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