Capítulo 9

Flynn fue bastante considerado, ayudándola a arreglar su falda e intentando abrocharle los botones.

“Yo puedo hacerlo Dijo Clara con voz temblorosa Agarró el botón del tamaño de un grano de arroz, pero era tan resbaladizo que no podía abrocharlo Al final, fue Flynn quien lo hizo por ella.

Se disculpó nuevamente. Para compensarla, llamó personalmente a Rayan y le contó sobre la situación del padre de Clara.

Rayan tenia una gran admiración por Flynn, y tan pronto como este habló, Rayan aceptó de inmediato y acordó una cita con Clara.

Flynn habló un poco más y luego colgó el teléfono. Se sentó detrás de su escritorio, encendió un cigarro y le dijo a Clara, “Además de ayudarte con el juicio, cualquier otra cosa que necesites, solo dime.”

Ella entendió que probablemente esa seria la última vez que se verían. Si hubiera sido en el pasado, Flynn podría haberla extrañado de vez en cuando, pero ahora era diferente, ya había decidido poner distancia entre ellos.

Clara era una mujer sensata. Sonrió y dijo, “Así son las cosas entre hombres y mujeres, ¡no he perdido nada! Debo agradecerte, abogado Bécquer, por tu ayuda__”

llorar frente a él. Flynn y ella ni siquiera eran amigos, no tenía sentido ser coqueta con él. Le dijo adiós y que tomaria un taxi para volver a

quedó alli

no quería enfrentar la decepción de su madrastra tan

se iluminaba con luces de colores,

a Clara, Flynn la vio. Ella estaba parada bajo la rueda de la fortuna mirando las luces, sus ojos estaban llenos de emoción. Flynn no era tan narcisista

el

de Música Dancing Melodies, la institución de educación musical más prestigiosa de Bogotá. Todos sus compañeros conocían la situación en su casa y la consolaban. Clara, no queriendo afectar a los demás, sonrió y

diez en punto, un mensajero entregó un paquete, diciendo que era un regalo del abogado Bécquer. Clara abrió el paquete. Una caja de terciopelo elegante,

“Este collar de esa marca y con esta

quería. Pero no había contacto de Flynn en el paquete, ella entendió que no quería verla de

a Aurea Legal y dejó la caja de terciopelo en la recepción, pidiéndoles que se la entregaran al abogado Bécquer. La recepcionista estaba

en una revista. Silvia Bécquer, la hija preciada de

sus estudios en

su hermano y dijo: “Hermano, ya te he invitado varias veces, ¿podrías conocer a

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