Capítulo 133

Yuria me miraba con fuego en los ojos, como si me estuviera advirtiendo: ‘Si tú no me dejas en paz, yo tampoco te dejaré tranquila, estamos destinadas a hundirnos juntas“.

Estaba demasiado segura de que me inculpaba de tener algo que ver con el asesino y esa confianza me hizo. sentir vulnerable por dentro, habla demasiados secretos en Ainara que yo jamás habla imaginado, y yo también sabia que Ainara tenia algún tipo de trato con el asesino. Sin embargo, ahi estaba yo, reencarnada en el cuerpo de ella.

“En ese caso, les pediria que por favor no se ausenten de Monte Azur en los próximos dias y cooperen con la investigación de la policia, estando disponibles cuando se les requiera sin poner excusas“, Lucas me echó un vistazo antes de irse, pero de repente se detuvo. “Dijiste que eras muy amiga de Nayra, ¿sabias lo del casi abuso que sufrió en el Club Extasis?“.

Sabia que estaba probandome, entonces le lancé una mirada gélida a Renán: “Nayri me lo contó, dijo que Juan le habia mandado un mensaje diciendo que Renán estaba borracho en ese club. Esa noche llovia a cántaros, y Nayri estaba super angustiada cuando me lo dijo. Yo incluso le dije que era peligroso ir con tanta lluvia“.

Renán se tenso, estaba nervioso. Bajo la cabeza, apretando las manos con fuerza: “Basta“.

No queria escuchar la verdad, pero yo quería hablar.

estaba borracho. El habia apostado con sus amigos”

alguien dijo que llegaría en diez minutos, otro dijo veinte. Usaron todo tipo de lenguaje y tácticas bajas para provocarme, para burlarse de mi. En ese entonces, yo pensaba que Renán realmente estaba en problemas, con

si me

aterraban los truenos, le daba miedo viajar en coche cuando llovia. ¡porque sus padres murieron en un accidente de coche en un dia de

yo tenía

¡tenia miedo de que te pasara algo, así que fue! ¿Y qué pasó? ¡Permitiste que Benito la violentara! Permitiste que tus amigos

respiración agitada, fuera de control. Quizás

mandó al suelo, él era como una bestia enfurecida, observando a Renán con intensidad, listo para

Estaba llena de odio, odio por mi debilidad pasada, mi cobardía, mi

distinto de su habitual aire de superioridad. Parecia un mendigo desesperado, rogando por algo

miré y cruelmente segul hablando: “Renán, ¿ya

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