Capítulo 134

Osvaldo extendió sus brazos y me atrapó en un abrazo tembloroso, apretándome contra su pecho, sus ojos estaban inyectados de sangre, al borde del colapso,

Con fuerza, yo me agarré de sus manos: “Kent, llévame a casa“.

Osvaldo me apretó aún más fuerte entre sus brazos, temblando mientras hablaba: “Renán, te voy a matar“.

En la puerta, Lucas nos observaba con una expresión complicada, sin decir ni una sola una palabra; Yuria, sentada en la cama, estaba tan impactada que no sabla cómo consolar a Renán, y Helda tenia los ojos rojos, su rostro ya inundado de lágrimas, ella no sabia, no tenia idea de lo que su Nayri habia soportado.

Osvaldo me levantó en sus brazos, haciendo un esfuerzo supremo por controlar sus emociones. Era un paciente psiquiátrico; para él, reprimir sus sentimientos era cien veces más dificil que para una persona normal.

“Vamos a casa“, me susurró, llevándome fuera de la habitación del hospital.

Helda corrió hacia nosotros, y le dio a Renán una boletada, gritándole y golpeándolo: “¡Renán, hijo de perra, devuélveme a Nayri, devuélveme a Nayri!“.

Llorando, me acurruqué en los brazos de Osvaldo, ya no me importaba si él estaba actuando o no; en ese momento, solo deseaba tener a alguien en quien apoyarme, eso era todo lo que quería.

con la voz ronca, apoyándome en su hombro

llevó hacia afuera sin detenerse, su voz tenida de

podia ser tan estable emocionalmente?! ¿De verdad era un paciente

perder la cordura. Ya no queria ser Nayra, ser

instante, me miró y dijo: “Si, ya

que yo no era Nayra? Entonces, ¿por

si no era Nayra, me matarias?“, le pregunté con

sosteniéndome, y ni siquiera al entrar en el ascensor me bajó. No me molestaba caminar, si él se habla dado cuenta de que no era Nayra y aun así

eran iguales. Pero, no lo confronté,

ir en metro?“, me preguntó en voz baja cuando estábamos entrando a la

miradas y comentarios curiosos. Pero él era Osvaldo, no le importaba en lo más minimo lo que los demás pensaran. Después de todo, era el hombre que había vagado sucio y desaliñado tanto tiempo, era

psiquiátrico, ¿cómo podria importarle la opinión

por la emoción del momento, me senti un poco débil. Pero, como por arte de magia, Osvaldo sacó un caramelo de su bolsillo y me lo puso en la boca, luego buscó

ocupados por un hombre de mediana edad. El hombre, con las piernas cruzadas,

12:41

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