Capítulo 26 Parece que ya no puedo soportar más

Valentina sintió que todo su cuerpo estaba débil y sofocante. Era una sensación que le resultaba muy familiar…

Sin embargo, esta vez era diferente. La última vez aún tenía la oportunidad de elegir al hombre con quien quería hacerlo, pero ahora tenía que ni siquiera tuviera la posibilidad de elegir.

De repente, se escuchó una voz maliciosa:

Jajajá, mi amor, por fin has llegado…

Cuando ella levantó la cabeza, vio a un hombre calvo y obeso a mediana edad, cubriendo solo la parte inferior de su cuerpo con una toalla…

-¡Hijo de puta, Noah Rodríguez! -insultó Valentina en voz baja.

¡Ese maldito pervertido se atrevió a ponerla en esta situación con un hombre tan repugnante!

A Luciano no le importaba si la chica era Aitana o no, solo vio que esta mujer era mucho más hermosa que Aitana. Sus ojos se iluminaron y de inmediato se

abalanzó sobre ella con lujuria desenfrenada.

Valentina apretó fuertemente los dientes. Justo cuando él iba a lanzarse sobre ella, reunió todas sus fuerzas para escurrirse debajo de su brazo y corrió hacia el baño. De inmediato cerró la puerta y la aseguró con pestillo.

El rostro de Luciano cambió drásticamente. Con una voz seductora, le dijo a

Valentina:

qué cerraste la puerta? Ábrela rápido,

golfo de la bañera y se lanzó en

un tipo de afrodisíaco mucho más fuerte

a la puerta, Luciano había perdido toda su paciencia y comenzó a

lo contrario, ¡voy a

la mente de Valentina. Sacó su

સી વ

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la voz profunda

la puerta la asustó. Su teléfono

intensos. Valentina se rindió en la desesperanza y cerró los ojos, sintiendo

en el ascensor, Santiago miró su teléfono después de

y luego colgó la llamada sin decir nada… ¿Qué pretendía demostrarle con es? Al pensar en que Valentina estaba en la misma habitación con otro hombre, la

expresión cambió bruscamente al recordar que

teléfono de Valentina. Minutos después, obtuvieron el resultado: ¡estaba en la

se dirigió rápidamente a esa

***

a la mujer acurrucada en un rincón. Ya no podía contener su excitación. Se

costado tanta fuerza

más veces

ella, la puerta se abrió de repente con un fuerte golpe. Antes de que pudiera ver claramente quién era, una gran fuerza lo pateó y lo envió

vio a la chica acurrucada en un rincón, ya sufriendo los efectos de los afrodisíacos. La escena hizo que

percibió que alguien se acercaba. Inmediatamente apretó con más fuerza un fragmento de vidrio en

-¡No te acerques!

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