Capítulo 33: Gracias, Guapo

-Ay, Valentina, ¿quién lo diria? Te has rebajado a estar con un….

Luna estaba emocionada, su rostro lleno de burla, preparada para humillar a Valentina, pero antes de que pudiera terminar, Valentina le propinó una bofetada.

-¡Ah! -Luna se cubrió la cara-. Valentina, cómo te atreves….

-Esa bofetada te la debla desde hace tiempo. Si no hubiera sido por….

Valentina la miraba con ojos helados y autoritarios. Luna parpadeó, con un atisbo de miedo en

sus ojos, temiendo que Valentina revelara lo de la droga, y rápidamente contraatacó.

-Valentina, mi novio es el gerente de la Corporación Mendoza, muy estimado por el señor Mendoza. ¿Te atreves a golpearme? ¿No temes que mi novio le pida al señor Mendoza que se encargue de la familia Lancaster?

Al oir esto, Marc levantó la mano contra Valentina, dispuesto a abofetearla. Pero antes de que

pudiera hacerlo, Santiago le agarró la muñeca. Valentina observó la escena con una sonrisa

irónica. Solo bastaba una amenaza para que su padre la golpeara sin dudarlo. Un dolor punzante

se extendió por su corazón. Mirando a su padre, preguntó con tristeza:

vez amaste a mi madre? ¿Su muerte fue

sus ojos. Valentina lo notó y su corazón se enfrió aún más. Siempre habia

muerte de su madre no había sido un accidente, ¡y Marc lo sabia! ¿Qué significaba esto? Valentina no se

de irse, Santiago lanzó

-¿Cómo te llamas?

la presencia de

-Le… Leandro Cabrera.

muy bien -dijo Santiago con una sonrisa fría

Leandro sintió un escalofrio, como si hubiera ofendido al alguien que no debía. Entonces, vio a Dylan en la puerta del salón y

el espectáculo de hace un momento, y gracias por

envió…

-¿Te conozco?

inexpresivo, y

algo urgente que hacer.

Entonces, ¿a cuenta de quién se habian enviado esos platillos? ¿Sería posible… que fuera por Valentina? ¡Imposible! Valentina, una joven sin siquiera un trabajo formal, ¿cómo podria tener tanta

apresuradamente del restaurante Gourmet. Santiago ya había llevado

Valentina permaneció en silencio, hasta que entraron a la casa y

-¡Necesito un trago!

de preocupación y resignación antes

tarde, regresó con varias cervezas. Valentina, abrazando sus rodillas, estaba acurrucada

ser una «gata salvaje» ahora parecía herida, con una tristeza en sus

conmovía el corazón.

cerveza y se la pasó. Valentina la tomó y la vació en unos pocos

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