Capítulo 35: ¿Hay algo que no te satisfaga?

Valentina se sentia incómoda bajo la Intensa mirada de su interlocutora.

“¿Esto… puedo hablar claramente sobre ello?», se preguntaba para si misma.

-No es nada, no es nada… -balbuceó Valentina, soltando una risa nerviosa antes de alejarse apresuradamente.

se puso a manipular la impresora durante un rato y pronto se acercó a Santiago con un

contrato en mano.

-Este es nuestro acuerdo matrimonial, no había tenido la oportunidad de dártelo antes, pero

ahora lo arreglo.

Santiago echó un vistazo al contenido del acuerdo, que indicaba que su matrimonio era un trato, que se divorciarian al mes sin más implicaciones, y también prometía pagar los más de novecientos mil dólares que ella debía antes del divorcio.

Santiago se sentia incómodamente molesto.

-¿Un mes? ¿Estás segura de que puedes pagar más de novecientos mil dólares?

-¡Por supuesto que puedo, -Valentina golpeó su pecho con confianza-, un mes es suficiente! ¡

Firma ya, firma!

El gran concurso de joyería sería en un mes, y una vez que ganara y heredara Starlight Joyas, i

este trato estaría terminado!

el acuerdo entre Valentina y Marc, la observó

de

la elegante

-…Mendoza.

la otra palabra era casi indescifrable, pero

contenta de haber completado el trámite. Justo

Santiago la detuvo.

-¡Valentina!

-¿Dime?

giró, encontrándose inesperadamente con la profunda mirada de

+15 BONOS

-¡Ven aqui!

que parecía tener un poder mágico, Valentina, como

se acercó a él.

en un mes encendió aún más su frustración interna. Con un movimiento rápido, Santiago agarró la muñeca de Valentina y la atrajo hacia su pecho. Ella, al chocar contra su firme torso, sintió cómo

estoy del todo satisfecho

tragó saliva y comenzó a

no te satisface? Eh…

una ceja-, solo añadir

añadir qué? -preguntó Valentina con

pagas en un mes, entonces… pagarás en su cuerpo.

el lóbulo de su oreja. Fue solo un momento, pero para Valentina fue como si algo explotara en su mente. ¿Pagar en carne? ¿Qué clase de propuesta era esa? Imágenes inapropiadas invadieron su mente, y su rostro se enrojeció hasta la raíz del cuello. Casi como aferrándose a su último hilo de cordura, Valentina empujó a Santiago y, mirándolo

exclamó con

-¡Ni lo sueñes!

Santiago de satisfacción. ¿Por qué iba a ser él el único en sufrir esa

el corazón desbocado, como si estuviera bajo algún hechizo; las palabras «pagar en

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