Capítulo 0154

Silvia sabía muy bien que resistirse no serviría de nada, así que lo soportaba en completo silencio. Julio se inclinó hacia su oído. mientras le advertía sutilmente:

-Te lo digo, si se atreven a volver a encontrarse, jharé que ninguno de ustedes la pase bien!

De repente, se detuvo en ese momento, su mano tocó la humedad y solo entonces vio el rojo carmesí en sus dedos. Al girar a Silvia, descubrió que la sangre se extendía desde detrás de su oreja hasta su mejilla. Julio rápidamente quitó el audífono de su oído.

-¿Cómo es que vuelves a sangrar por la oreja?

Silvia ya no podía en ese instante escuchar lo que decía. Todo lo que quería era no oír las palabras hirientes, así que estar sorda era perfecto. Julio le preguntó de nuevo

-¿Tienes medicina contigo?

La respuesta fue el absoluto silencio. Julio sabía que ella no podía escuchar, así que solo pudo llevarla al hospital.

En el hospital, el médico trató cuidadosamente a Silvia, pero seguía sin poder oír. Después de que el médico se fue, la habitación estaba terriblemente silenciosa. Julio le preparó una taza de agua caliente con medicina y se la ofreció, pero al ver que aún no reaccionaba, sacó su teléfono y de inmediato comenzó a escribirle.

¡Toma la medicina!

Silvia miró al hombre que estaba escribiendo en su teléfono y recordó rápidamente la noche hacía más de una década. Cuando fue intimidada por sus compañeros y quedó temporalmente sorda, Julio

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ese instante y al darse cuenta de que no podía oír, se comunicaba

Julio ya no era el joven

solo una vieja dolencia,

un fuerte escalofrío inexplicable en su corazón. Continuó escribiendo

dijo que

-El médico.

de inmediato la taza de agua a la boca de Silvia. Ese comportamiento impaciente era completamente diferente al de aquel entonces. Silvia

en que el coche

sentados en el coche. Por miedo, Julio la acompañó toda la

de agua y se acostó tranquila en la cama,

su mano inconscientemente buscó la manta, pero de repente tocó un brazo sólido. Miró hacia un lado y vio que Julio había dormido cuidadosamente

algo? -le preguntó.

el ceño, fingiendo no haber oído

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Julio, al no recibir respuesta alguna, bajó la cabeza y besó su frente, luego su nariz y finalmente sus labios. La mano de Silvia se tensó involuntariamente. Los besos del hombre

poco en terminar.

el

murmuraba:

hacer contigo?

siendo pinchado con agujas. Después de un tiempo que parecía interminable, no

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