Despidiéndose de mi amor

Capítulo 0207

En el frío viento, Silvia llevaba puesto un abrigo, pero aún así sentía muchísimo frío.

Eduardo vigilaba las cámaras de seguridad mientras conducía, esperándola en el lugar más cercano a ella. Pronto, vio a la mujer caminar directo hacia él, con una figura notablemente más delgada. Eduardo salió del coche de inmediato y abrió rápidamente la puerta.

–

-Gracias le dijo Silvia, acercándose para agradecerle.

Eduardo regresó al coche y encendió en ese momento la calefacción. Desde que Silvia había regresado del extranjero, Eduardo había pasado mucho tiempo protegiéndola. Sabía muy bien que ella era sensible al frío.

-¿A dónde vamos ahora?

Silvia se recostaba en el respaldo del asiento, después de pensar por un momento respondió.

–

-A la villa Oasis.

Sabía que si se iba, Julio se lo enteraría pronto, y probablemente vendría a confrontarla.

-De acuerdo.

Eduardo eligió una ruta escénica para regresar. Mientras Silvia miraba muy entretenida por la ventana, le preguntó:

-La última vez que regresaste a casa con prisa, ¿fue también por algo en particular?

volante con fuerza y

y yo

muchísimo. Como su guardia de seguridad, rara vez hablaban de asuntos personales, y esa era la primera

-le preguntó Silvia

incómoda.

siempre estaba disponible cuando lo necesitaba, incluso si era a altas horas de la noche.

a alguien que le

el coche. Silvia no sabía cómo

no sabía..

teléfono sonó con gran urgencia. Al ver que era

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Julio, Silvia en ese momento decidió no contestar y silenciar el

directamente.

través del espejo retrovisor y

-¿Quieres regresar?

solo porque Julio le hizo una llamada? Después de todo, Laura también era parte de su familia, si no fuera por el trato tan frío y déspota de Julio hacia ella, ¿cómo se atrevería Laura a maltratarla de

escuchaba la voz mecánica

que ha realizado no puede ser

+15 BONUS

completo la paciencia y miró a Laura y

se fue

directamente a Laura una tras otra, sin atreverse a responder. Laura tergiversó los hechos

fuiste, yo estaba limpiando las habitaciones, pero Silvia me g sin razón alguna. No pude soportarlo y quería que se hiciera justicia, pero ella

rostro enrojecido y lágrimas rodaron por