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pelaje lleno de barro. -¿Quién eres?- de pronto escuchó la voz del lobo. Una voz grave, potente y que caló dentro de ella llevando una sensación grande a su estómago. Tuvo que obligarse a mantener su cola tiesa, cuando esta le entró el impulso de sacudirla de un lado a otro con ¿emoción? Clara no comprendió que estaba pasando. -Responde- esta vez el lobo gruñó tan fuerte que ella cerró sus ojos, calada de miedo, confusión. El macho sobre ella se mostró molesto ante la situación. Tenía una hembra debajo de él que no podía saber su olor dado el repugnante aroma del lodo sobre su pelaje, pero que a la vez hacía que quisiera tenerla debajo de él. -¿Qué haces en mis terrenos?- hizo otra pegunta intentando buscar respuesta.  A esta Clara tampoco respondió. Se había acurrucado tanto debajo de él, intentando parecer tan pequeña que casi no lo escuchó en medio de sus temblores. Estaba calada del pánico. Ese lobo quería algo con ella, pero Clara tenía tan malas experiencias a lo largo de toda su vida que solo podía pensar en el peor escenario. Ayuda, Ayuda. Pedía una y otra vez dentro de ella, como siempre hacía cada vez que tenía miedo. No era una loba fuerte, no podía luchar, todos eran más fuerte que ella. Que podía hacer. «Apártate» y por no sabía que vez escuchó aquella voz en su mente. Esa que siempre la acogía con un calor familiar y protector antes de perder la conciencia. Para cuando reaccionó estaba corriendo casi sin aliento, llegando a donde los miembros que habían ido a cazar con ella estaban y como de las tantas veces, ella no podía explicar que había pasado. Solo sabía que había un dolor palpitante en su espalda, un sabor metálico en su boca, como si hubiera sangre que no era de ella alrededor de sus colmillos… y que sería regañada. Cuando se detuvo su padre la esperaba con todos los colmillos afuera. -Clara, dónde estabas- se acercó a ella gruñendo y ella pensó que la mordería. Las feromonas de su padre se movían de forma agresiva, aunque ahora ella podía detectar que no tanto, al menos en comparación con aquel lobo. Sin embargo, ella retrocedió temblorosa y con el lobo palpitando. Si no se equivocaba el lobo la había mordido, ¿verdad? No podía recordar. -Yo… yo- Sintió a su padre de pronto detenerse y oler por encima de ella. Clara se

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