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filtraban por las hojas altas de los árboles e iluminaban su cuerpo, así como el denso pelaje totalmente negro azulado del inmenso animal, donde los dos orbes dorados, grandes y amenazantes resaltaban por encima de todo dándole un aspecto, aún más imponentes. Clara solo podía diferenciar una silueta oscura con dos puntos amarillos que la enfocaban amenazadoramente. Y a su vez se encontró contrariada. Los ojos de ese color no era algo peculiar en la manada, solamente el alfa los tenía y era el símbolo de la sangre más pura de los miembros de la rama principal. Sin embargo, ella estaba completamente aterrada al punto que sus patas cedieron debajo de ella, cayendo completamente sobre la yerba suave cuando este gruñó, no podía pensar bien en ese momento. El lobo comenzó a caminar hacia ella, de forma lenta pero segura. Clara podía escuchar como las ramas se rompían debajo de sus patas y la tierra cedía. Conocía a todos los machos de la manada, pero ninguno como este. Tan fuerte, tan grande, tan dominante. Y su cuerpo casi la obligaba a tirarse de espalda para mostrarle su panza y su cuello. Su temblor se hizo más grande cuando el lobo se posicionó encima de ella y el olor a sangre fue tan penetrante que la dejó sin respiración. Su cuerpo entero tan tenso que sus músculos se marcaban por encima de su pelaje lleno de barro. -¿Quién eres?- de pronto escuchó la voz del lobo. Una voz grave, potente y que caló dentro de ella llevando una sensación grande a su estómago. Tuvo que obligarse a mantener su cola tiesa, cuando esta le entró el impulso de sacudirla de un lado a otro con ¿emoción? Clara no comprendió que estaba pasando. -Responde- esta vez el lobo gruñó tan fuerte que ella cerró sus ojos, calada de miedo, confusión. El macho sobre ella se mostró molesto ante la situación. Tenía una hembra debajo de él que no podía saber su olor dado el repugnante aroma del lodo sobre su pelaje, pero que a la vez hacía que quisiera tenerla debajo de él. -¿Qué haces en mis terrenos?- hizo otra pegunta intentando buscar respuesta.  A esta Clara tampoco respondió. Se había acurrucado tanto debajo de él, intentando parecer tan pequeña que casi no lo escuchó en medio de sus temblores. Estaba calada del pánico. Ese lobo quería algo con ella, pero Clara tenía tan malas experiencias a lo largo de toda

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