Diario de una Esposa Traicionada

Capítulo 25

“¿Qué?”

Me quedé atónita por un momento.

Isaac con una expresión despreocupada dijo un nombre: “Guzmán.”

“Esa noche, ¿no fue él quien te trajo a casa? Acaba de volver al país y ya estabas ansiosa por verlo.” Su tono parecia burlarse y, al mismo tiempo, autocritico.

Frunci el ceño, enfrentando su mirada, incrédula mientras le preguntaba: “¿Estás diciendo que me gusta David?”

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“¿No es así?” Esbozó una media sonrisa, fría y despectiva.

Eso me pareció increíblemente sarcástico. Un fuego de ira que nunca había sentido antes se apoderó de mi, y le di una bofetada fuerte diciéndole: “ilsaac, eres un imbécil!”

A pesar de que intenté controlarme, mi rostro estaba empapado.

Llorando y, sin poder evitarlo, empecé a reír. Era ridiculo.

Después de haberle sido fiel tantos años, todo termino con un “¿es por otro hombre por lo que quieres divorciarte de mi?”

Qué desgastante.

momento, seguida por Thiago. Leticia me tomó del brazo y me llevó hacia la salida, mirando a Thiago, que estaba boquiabierto, y

¿Ayudar

qué? ¿Te crees que viniste a ver el espectáculo?”

maletas, me miró a mi, luego a Isaac, y de nuevo

mirar a Isaac, con la

y en un instante, escuché a Isaac decir con un tono

Siete años de relación. Nunca imaginé que terminaría de esa manera tan indigna. Al parecer cuando uno se sentia culpable, tendia a buscar los

y negro vehículo se

serio te vas

te importa? Concentrate

que te mudabas, y no pudimos encontrar una empresa de mudanzas a último momento,

retrovisor diciéndole: “En estos días, cuando termine de desempacar, te invitaré a ti y a Leti

sí.” Thiago respondió con

del carro y dijo resignada: “¿Seguro que

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Capitulo 25

“No hace falta.”

de Puerto Nuevo. Los hombres eran más generosos cuando tienen la conciencia sucia. Y así era, en efecto. Pero en ese momento, no sabia qué pasaba entre él y Andrea, y estaba feliz pensando que queria hacerme feliz. Incluso me involucré personalmente en la decoración del apartamento y contraté a una señora para que lo limpiara una vez a la semana. Nunca imaginé que, en aquel momento, se convertiría en mi refugio