Capítulo 150

Seguía detrás del director del hospital cuando el doctor se acercó para preguntarme sobre mis sintomas. Sin necesidad de tomar muestras de sangre, me recetó unos medicamentos de inmediato y envió a una enfermera a buscarlos para comenzar a administrarme un suero. Al momento de insertar la aguja, por instinto, sentí miedo y sin querer retiré un poco la mano, pero de repente, unas manos grandes, tanto cálidas como frías, cubrieron mis ojos diciendo: “No temas, ya está adentro.”

Me senti un poco más tranquila, y justo cuando me relajé, la aguja penetró en mi vena.

Esas manos se retiraron y sin poder evitarlo, levanté la vista hacia David diciéndole: “¿Así que ahora también me engañas?”

“Es una mentira piadosa.” Dijo él con una sonrisa ligera.

Después de que la enfermera me ayudó a acostarme en la cama y me colocó una compresa fría para la fiebre, el director y su equipo se marcharon. La sensación fresca de la compresa instantáneamente me hizo sentir mucho mejor. David se sentó al lado de mi cama, señalando hacia afuera con una mirada suave y algo de hesitación en su voz mientras me preguntaba: “¿Te asusté recién?”

“¿Eh?”

Me quedé perpleja por un momento antes de darme cuenta de que se refería a su confrontación con Andrea. Negué con la cabeza y le dije: “No diria que me asusté, solo fue inesperado.”

Él frunció los labios y dijo: “¿Inesperado que yo me enojara?”

“Bueno… no exactamente, es solo que estaba acostumbrada a verte siempre. tan calmado.

“Mm.”

sus ojos de color ámbar brillaban mientras una sonrisa leve se dibujaba en sus labios y decia: “No solía tener mucho carácter, pero luego me di cuenta de que de esa manera no

a esa chica?” Le

si. Pero cuando éramos niños, ella era muy radiante y como una pequeña princesa consentida, siempre era ella quien me protegia. Así que, al principio, la persona que quería proteger

pensarlo. Su mirada se tornó sombría, con un leve rastro de tristeza, y forzó

“¿Qué?”

con mi estado medio confundido, no pude entender

repente, se escuchó la voz apurada de

el siguiente momento, ella abrió la puerta. Sorprendida, pregunté: “¿Cómo supiste que

detalladamente sobre mi condición y, al escuchar que no era nada grave, se tranquilizó y luego me explicó: “Thiago me lo contó, me dio el número de la habitación y todo, me

mucho para saber que eso era obra de

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se preocupara por dejarnos solos. El y

pasó a Leticia mi cuidado sin problemas. Leticia, que aquel día no tenía tiempo para charlar, se paró en la puerta de la habitación con los brazos. cruzados y regañó a Andrea hasta hacerla huir. Ella tenía un amplio vocabulario para insultar, y en poco tiempo,

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